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CULTURA ■ ARTE

Dalí mete el infierno en casa de Gaudí

El Museo Botines reúne una exposición con las ilustraciones que el genio del surrealismo realizó para ‘La Divina Comedia’ de Dante.

Una de las xilografías de 'La Divina Comedia'

Una de las xilografías de 'La Divina Comedia'

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verónica viñas | león

Dalí nunca llegó a conocer personalmente a Gaudí, aunque no dejó de admirarle en toda su vida. Ahora, el genio de Figueras mete en la casa leonesa de Gaudí el Infierno; aunque también un pedazo del Purgatorio y otro del Paraíso. El Museo Botines alberga una exposición con las ilustraciones que el maestro del surrealismo realizó en 1965 para La Divina Comedia de Dante, por encargo del gobierno italiano, con motivo del 700 aniversario del poeta. «Es uno de los proyectos más importantes de mi carrera», declaró el pintor catalán sobre las cien acuarelas que preparó. El hecho de que el elegido no fuera un artista italiano desató una guerra en aquel país y el proyecto se frustró.

En realidad, la Fundación España-Duero, que gestiona Botines, sólo ha tenido que tirar de ‘fondo de armario’. Se trata de una colección de cien xilografías diseñadas para el libro, acompañadas por una espectacular selección de joyas bibliográficas, como la Summa Theologica de Santo Tomas de Aquino de 1570, un manuscrito del Corán de 1253 y un ejemplar de La vida Secreta de Dalí de 1944 firmado y dibujado por el propio autor. La muestra, titulada Dalí y la Divina Comedia de Dante, comisariada por Elis Kaufman, Miguel Antolín y Diego Díez, incluye ediciones históricas de la obra y otras afines, ilustradas por Sandro Botticelli, William Blake y Gustavo Doré. Y es que Dalí no fue el primero en ilustrar La Divina Comedia. Con anterioridad lo habían hecho Botticelli, Miguel Ángel o Gustavo Doré, entre otros.

Todos los fondos de la exposición de Botines proceden del extenso archivo histórico de la Fundación España-Duero, heredado de la extinta caja de ahorros.

No es la primera vez que el edificio leonés de Gaudí abre sus puertas a la genialidad del Dalí ilustrador. Hace justo una década, el edificio de Gaudí inauguraba una exposición con sesenta dibujos de Dalí creados para libros como Fausto, Pantagruel o La vida es sueño. El pintor de los sueños ilustró numerosos libros —incluida su versión del Quijote— y transformó en auténticas piezas de arte textos que llenó de anotaciones y dibujos.

El multiplicador Dalí consiguió llegar al último rincón del planeta gracias a sus ilustraciones del Quijote, a la serie para los ferrocarriles franceses o a sus interpretaciones de Alicia en el país de las maravillas. Dalí, que se calificaba a sí mismo de «megalomaníaco » y «perverso polimorfo», muestra el amor por el detalle en las desgarradoras figuras que habitan La Divina Comedia. Dalí no cuenta con fidelidad el recorrido de Dante y el poeta latino Virgilio por los círculos del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Lo interesante de las xilografías que pueden verse en Botines es que permiten navegar por los distintos estilos del genio surrealista, así como por sus obsesiones y su ‘imaginería’. Dalí convierte a Gala, su musa y esposa, en la Beatriz de la obra cumbre de la literatura italiana.

Arquitectura peluda

La exposición de Dalí no podía haber encontrado mejor acomodo que Botines, porque el pintor fue un auténtico defensor de Gaudí en los años en los que el arquitecto estuvo denostado. Así lo contaba el propio Dalí en su libro Los Cornudos del Viejo Arte Moderno: «Cuando tenía 21 años, fui un día a comer a casa de mi amigo Roussy de Sales en compañía del arquitecto masoquista y protestante Le Corbusier, que, como todo el mundo sabe, es el inventor de la arquitectura de autopunición. Le Corbusier me preguntó si tenía ideas sobre el futuro de su arte. Y sí, las tenía. Por otra parte yo tengo ideas para todo. Le contesté que la arquitectura sería blanda y peluda y afirmé categóricamente que el último gran genio de la arquitectura se llamaba Gaudí, cuyo nombre, en catalán, significa ‘gozar’, así como Dalí quiere decir ‘deseo’».

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