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Publicado por
rafael saravia
León

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Hoy todavía no es el día. Y sin embargo me parece estar viviendo la broma casi cada día del año, con la tristeza del que no sabe —o no quiere— superar una broma pesada.

Siento que debería ser una inocentada el constituir un premio dotado con 2000 euros para premiar a la mejor alumna que explique por qué está embarazada y no quiere abortar. Pero resulta que no lo es. Resulta que el centro de Magisterio Sagrado Corazón, adscrito a la Universidad de Córdoba, ha presentado este jueves la primera edición del galardón Madre y Maestra de Vida, para «premiar» a una alumna que se encuentre (o haya encontrado) en período de gestación y haya decidido seguir adelante con el embarazo a pesar de todas las dificultades que este hecho pudiera entrañar.

Tal vez sea este uno de los grandes valores a promocionar, según los responsables de esta «brillante» idea, para las abnegadas muchachas que estudian magisterio en ese centro, pero a mí me resulta una mala broma a la que se le pone precio y va encaminando la conciencia individual de todo ser libre.

Lo que no me resulta una broma es que una chiquilla de Benicássim, con sólo 20 años, tenga que perder la vida de manos de un salvaje sin que nada se pueda hacer. Andrea había denunciado después de padecer dos años de continuo maltrato, tenía sentencia de alejamiento el maltratador y se supone que ella protección policial, pero no fue así, y una vez más, una mujer es asesinada por el capricho impositivo de alguien que no entiende que no se tiene derecho a poseer a nadie. Todavía me pregunto para cuando la posibilidad de que la escolta policial en caso de peligro, se la pongan al maltratador en vez de a la víctima. Para cuando el peso social se vuelque contra el criminal y no sobre la víctima.

Sí que parece una broma la realidad que anunciaba el día de Nochebuena la portada de este periódico. Resulta que León tirará más de 6.000 toneladas de alimentos a la basura estas Navidades. Millones de kilos de comida desperdiciados mientras hay gente en nuestra ciudad necesitados de ayuda —sí, en nuestra ciudad también se pasa hambre, aunque muchos crean que eso sólo pasa en otros países—. Es una vergonzante realidad impuesta por esa opulencia y necesidad de que absolutamente todo esté disponible en los supermercados para que se pueda elegir. La catástrofe no está en no poder comer, está en que si yo quiero dos cigalas han de tener cigalas disponibles en todos los establecimientos del mundo, aunque luego se tengan que tirar. La responsabilidad sin duda es de todos. Y la tristeza que produce esta realidad también.

Nada diré de todo el entramado que nos rodea. Que las decisiones del mundo las tome un tipo descabellado en EEUU, que se atreve a nombrar capitales de países a su antojo; que nuestro presidenteno tenga la capacitación para mantener unido este país si no es a base de fuerza bruta... En definitiva, la menor de las inocentadas será la que ocurra mañana. Todo este año está lleno de ésas que jamás deberían haber ocurrido. Sólo espero que el 2018 venga con un sentido del humor muy diferente, más benévolo y social.