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CULTURA ■ HISTORIA

«Mueve a compasión al hombre más duro»

Un hallazgo casual ha devuelto la voz, dormida durante 200 años, a dos sacerdotes que ejercieron su ministerio en Villavante y que decidieron dejar constancia del estado en el que había quedado el pueblo y los bienes de la iglesia tras el paso de las tropas napoleónicas. José Beltrán y Dionisio Reyero refieren que la parroquia quedó «en estado ruinoso y deplorable»

Escrito de los sacerdotes

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León

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e. gancedo | león

En los archivos diocesanos, provinciales y municipales ha venido quedando apilada una buena parte de la memoria de nuestros pueblos, y ciertos rincones, determinados recodos de esas auténticas máquinas del tiempo, grutas de Alí Babá donde las maravillas adoptan la forma de voces del pasado, yacen silenciosos y cubiertos de polvo, a la espera de que un ojo curioso acierte a posarse sobre ellos. Es lo que ocurrió hace meses en el Archivo de la Diócesis de Astorga, donde Juan Miguel Celadilla Vidal, natural de Villavante y gran aficionado a la historia local, acude asiduamente para investigar asuntos relacionados con la genealogía y relaciones vecinales de este pueblo ubicado entre el Páramo y la ribera del Órbigo, ligado a la antigua Presa Cerrajera —y conocido, sobre todo, por el célebre encuentro de campaneros que celebra cada año—. Allí, de forma casual, encontró una reflexión manuscrita del entonces cura de Villavante, José Beltrán de Veedia (de aquella, Joseph), plasmada justamente después de la Guerra de la Independencia (1808-1813), cuando las tropas napoleónicas emprendían su retirada del país no sin protagonizar numerosos actos de pillaje. Por su interés, Juan Miguel Celadilla transcribió el texto de un sacerdote que ejerció su labor pastoral en el pueblo entre 1784 y 1817 —lo dejó hace exactamente 200 años— y lo ha comunicado a Diario de León para su conocimiento por parte de expertos y aficionados.

Reflexión «crítica y sencilla»

«Fue en el Libro de Difuntos de Villavante del año 1789, custodiado en el ADA (Archivo Diocesano de Astorga) y concretamente en la página 21, donde tras el registro del entierro de Josefa Panero, acaecido el 18 de junio de 1813, y sin preámbulo alguno que lo justifique, José Beltrán nos describe de manera sucinta los hechos de la retirada de las tropas francesas», informa Celadilla, y añade que el humilde párroco deja para la posteridad «una reflexión sencilla y crítica sobre los efectos de la invasión». Este es, en concreto, el texto, transcrito según las grafías y formas de la época:

«Los franceses marcharon de León y demás puntos de esta inmediación con que formaban la línea desde León y el cola hasta Zamora, el primero día de junio del presente año de trece. Desde este día primero de junio siempre fueron en retirada sin que muchos exércitos combinados mandados por el Lor Willanson les dejasen reunir hasta que en Bitoria pudieron, el Rey intruso D. Josef y demás mariscales franceses acetar una batalla en que fueron enteramente derrotados, desde cuio día nos vemos y acaso nos veremos por muchos años libres en este país de la guerra tan desoladora, hasta de las vidas del pobre paisano que solo annelaba la sombra de su casa». Las cursivas son nuestras para recalcar el tono popular y sentido de esa última frase.

Más testimonios

No queda ahí el hallazgo, ya que en el citado Libro de Difuntos, así como también en el de Casados y Belados (1742-1854) y en el de Fees de Bauptismo (1801–1852), todos correspondientes a la parroquia de Villavante, el siguiente cura párroco, Dionisio Reyero Álvarez, que fija su residencia en el pueblo el 24 de octubre de 1818, deja constancia de la siguiente —y también muy significativa— nota:

«En el lugar de Villavante, Obispado de Astorga, yo el nuevo infrascripto Cura Párroco de él, fixe mi residencia en la Casa Rectoria del referido pueblo el día 24 de octubre deste año de la fecha, a cuio tiempo encontré esta Parroquia en el estado mas ruinoso y deplorable. Demolida la Iglesia antigua, en tierra la panera de ella, amenazando el mismo peligro el campanario. Colocados en la Hermita que llaman de la Vera Cruz (deteriorada también) los altares, pilares, efigies, confesionarios, canceles y demás utensilios. Y unos y otros tan arruinado que en el dia no es otra cosa que un montón de materiales perdidos y desechos, de suerte que mueve a compasión al hombre más duro. Además ningún Libro Sacramental antiguo ni de fábrica se me ha entregado, ni encontré; y sí sólo los tres únicos corrientes de Bautizados, Casados y Difuntos. Tampoco encontré (ilegible). Observando hallarse unos cajones de la sacristía antigua, capaces y de mucho valor en un gran portal de Antonio Juan, vecino deste susodicho pueblo; todos desorganizados y deshechos. La ropa toda de Iglesia se halla también muy desmejorada en todas sus partes, de cuios pormenores se hizo judicial reconocimiento por el Arcipreste deste Partido, D. Pedro Fernández Díaz, cura de Palazuelo de Orbigo, el que original se halla en la notaria maior de D. Pedro Carrizo vecino de la ciudad de Astorga (al que me remito) y para que conste, como también se publicó, el haber hallado el despilfarro que va referido a mi ingreso en este dicho pueblo. Lo firmo en él a 2 de abril de 1818».

Ante estas líneas, el profesor astorgano Óscar González, experto en la Guerra de la Independencia, recuerda que Villavante «está en el trayecto entre Hospital de Órbigo y León y, por lo tanto, en el camino que tantas veces usaron las tropas francesas en sus idas y venidas de la capital al Órbigo, lugar en el que se fijó la frontera tras su expulsión de Astorga. Por donde pasaron cometieron miles de fechorías y de saqueos, así que muy bien pudo hacerse también en el pueblo de Villavante, a la luz de este testimonio».

Juan Miguel Celadilla, además, explica que otras localidades de la zona en las que hay constancia de rapiñas «fueron, por ejemplo, Zacos, que fue incendiado; Bembibre, saqueado por los ingleses; y las conocidas represalias en Villadangos del Páramo». Un repliegue en el que la violencia se ejerció más frecuentemente contra los bienes y riquezas de iglesias y comunidades antes que contra las personas, como ocurrió durante la invasión, aprecia González.

«A la luz de la nota escrita por el nuevo párroco, todo parece indicar que los efectos de la invasión francesa fueron demoledores para la comarca», cree Celadilla, quien también espiga algunas de las batallas más señeras de la Guerra de la Independencia en el entorno leonés, como las de Sahagún, cerca de la ermita de la Virgen de la Puente el 21 de diciembre de 1808 entre ingleses y franceses; Cacabelos, el 3 de enero de 1809, entre ingleses (en retirada) y franceses (murió el general francés Colbert); Cogorderos, el 23 de junio de 1811 (murió el general francés Jean-André Valletaux); Riego de Ambrós (el 27 de agosto de 1811, murió el general André Philippe Corsin y el coronel Jacques Bertet) y Otero de las Dueñas (el 5 de mayo de 1812), sin olvidar el famoso asedio a Astorga.

La iglesia de Villavante. DL

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