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Publicado por
rafael saravia
León

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Poco a poco la gota horada la piedra. Y si no hay movimiento o protesta por la incomodidad, la gota atraviesa rocas, montañas y el escozor se vuelve tradición. Todo esto lo cuento porque la resignación se va perpetuando en nuestro día a día. Seguro que es por la carga cada vez mayor de preocupaciones —unas elegidas y otras impuestas por las circunstancias vitales—, pero la realidad es que cada gesto de nuestras vidas, cada obstáculo, sólo será efectivo si nosotros le dejamos vía libre. Si no hacemos nada para cambiar la ruta del malestar que se nos impone como rutina.

No hace tanto los periódicos de nuestra ciudad se llenaban con la noticia de que un centro de salud, el de Eras de Renueva, se quedó sin médicos generando el caos en un día de invierno y las consabidas enfermedades propias de la época. Pareciese que fue éste un suceso anecdótico, un fallo del sistema puntual, pero la realidad la sabemos todos; esto no es un fallo de un día, es sin duda la descuartización del sistema de salud de nuestro país.

Escuchamos que un día se cae el sistema informático del hospital, otro día son la falta de camas, otro día empezamos a comprobar que las listas de espera para cualquier especialista se dilatan en semanas, luego en meses… Esta misma semana he intentado concertar una cita con mi médico, del centro de salud de la Palomera, y durante dos días y 17 llamadas me fue imposible hacer efectiva esa cita. Finalmente tuve que ir al centro, esperar una cola interminable y encontrar cita con otro médico diferente pues el mío estaba saturado.

No es una excepción esto que cuento, son múltiples los ejemplos que escucho constantemente, pero poco a poco la rabia, la protesta, se vuelven resignación. «Qué le vamos a hacer», suspiran algunos mayores que recuerdan cuando ponerse enfermo e ir al médico era un privilegio de unos pocos. Pero la realidad es que con ese goteo, con ese poco a poco, nuestra sanidad empeora como nunca. Nuestros profesionales de la salud trabajan con más presión y estrés y nosotros, como ciudadanos que siguen creyendo en lo público, callamos y agachamos la cabeza sin saber que hay maneras de cambiar esto.

Todavía no he visto una dimisión por el asunto del centro de eras e renueva, todavía no he visto una convocatoria con el apoyo pleno de los ciudadanos denunciando a este gobierno nacional la ejecución de nuestro sistema de salud. La inversión en hospitales es un 37% menor que en el 2009 y yo me pregunto: ¿Esto es evolucionar o mejorar un país? Mientras el número de ricos aumenta en España y el tribunal de cuentas nos dice que en Defensa se gasta sin control, sin transparencia y con una deuda para todos los españoles que no se conocía; 30.000 millones de agujero que poco a poco, no lo duden, taparán a base de recortes en centros de salud, personal sanitario o educación (se invierte menos en colegios e institutos que en el año 2000, ahí es nada).

Pero todo esto poco a poco, sin su vergüenza y ?con la complicidad de nuestra resignación.