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CULTURA ■ ESPECTÁCULOS

Felicitaciones para la posguerra

Los hermanos Quiñones están a punto de estrenar un espectáculo que rescata los discos dedicados.

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León

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marcelino cuevas | león

Agustín y Esteban, tanto monta… monta tanto. Ellos son mágico referente de la música en León desde los años cincuenta. Esteban y Agustín llevan cantando más de medio siglo, lo que no impide que intenten seguir siendo creativos. En sus comienzos eran dos niños muy rubios, con camisas impolutas y jerséis de cuello de pico siempre del mismo color. Puede que el Dúo Dinámico, que aparecería al poco tiempo, les copiara el look. Desde entonces han cantado de todo, temas románticos, rock, canciones de éxito… y tienen un extenso repertorio de canción popular leonesa que han dejado enlatada en varios discos compactos.

En los últimos tiempos los hermanos Quiñones han hecho sonar la aldaba de la música retro, de las canciones que fueran éxito en las décadas de los cincuenta, los sesenta y los setenta. Bueno… con algunas incorporaciones del repertorio de los años ochenta, que cierran su círculo de la música vintage.

Pero los mágicos Quiñones han tenido una nueva idea, una buena idea. Van a rescatar las populares Peticiones del oyente, discos dedicados y de felicitación, un programa de enorme éxito en las emisoras provincianas de hace cincuenta años y en Radio Andorra, que fue la multinacional de la música dedicada. Para ello están recopilando las voces de los locutores de entonces y seleccionando el repertorio de aquellos años: Mi primera comunión, Madrecita, Mi carro, Di papa, El sitio de Zaragoza, Canastos, La Calandria, Violetas imperiales, Doce cascabeles, La Yenka, Soy minero, La novia o Las flechas del amor, por ejemplo.

Cada dedicatoria costaba 10 pesetas, un precio que se mantuvo eternamente fijo hasta la desaparición del programa. Una dedicatoria tipo sería: «Para Julia García, en el día de su cumpleaños (o santo) con mucho cariño de sus padres y hermanos, deseándole pase un feliz día». Pero había muchos más motivos para dedicar un disco en las emisoras de entonces en León, Radio León, La Voz de León, Radio Popular y Radio Juventud de Ponferrada.

Por ejemplo, en el mes de mayo había varios domingos en los que se celebraban las primeras comuniones de los niños leoneses, que tenían sus correspondientes dedicatorias en las radios locales con discos como La Primera comunión, de Juanito Valderrama, cuentos infantiles u otras melodías de moda.

Otro día de enorme afluencia de dedicatorias era el del Sorteo de los Mozos, en la Caja de Reclutas de la capital. Los jóvenes de toda la provincia se concentraban en la capital para saber cuál sería su destino en el Servicio Militar. Y los mozos llegaban a las oficinas de la emisora en grupos de cada pueblo. Unos venían alegres, los que se quedaban en la península. Los otros tristes, aquellos a los que les correspondía vivir un año y medio en tierras africanas, en Marruecos o Ifni. La dedicatoria tipo era entonces esta: «Mario López, de Boñar, se lo dedica a sus padres por haberle tocado para África». Y la triste noticia volaba por las ondas ya que el teléfono no estaba al alcance de casi nadie.

Los padres y las madres, en sus días correspondientes, también recibían múltiples felicitaciones. La canción Madrecita, de Antonio Machín, era una de las más solicitadas.

Pero había cosas más curiosas, por ejemplo esta dedicatoria: «Para Charito Fernández, de (aquí el nombre de cualquier pueblo) con mucho cariño de quien ella sabe». Y ya estaba liado el problema porque Charito no había puesto en conocimiento de la familia este idilio y el enfadado padre salía en busca del posible remitente sonoro por toda la aldea, con no muy buenas intenciones.

Los solicitantes, a veces, pedían en plan selecto romanzas de zarzuela, el Para Elisa, o lo que hoy nos parece más raro: El sitio de Zaragoza, gloriosa música militar muy popular entonces en la que, según las malas lenguas, se inspiró el maestro Odón Alonso al ponerle música al himno leonés.

Un programa tan blanco como los Discos Dedicados, también podía ser fruto de problemas. Por ejemplo, el popular locutor Félix Chamorro, que sigue en la brecha, un buen día que no había dedicatorias para todos los discos que debían radiarse, decidió inventarlas sobre la marcha, improvisarlas.

En el segundo de los discos se le ocurrió: «Para Juan y Tomás recordándoles sus amigos desde Moscú». Pues bien, la inocente dedicatoria no llegó a Rusia, pero sí a las lóbregas dependencias de la Policía Social que, en menos de media hora, se presentaron en la emisora en forma de pareja impecablemente vestida preguntando por el director. El jefe de la radio a esa hora de la sobremesa solía jugar al parchís en el Café-Bar-Cabaret Salamanca, en Ordoño II. Una vez avisado, apareció rápidamente en la radio y la pareja de sociales sometió a un duro interrogatorio el pobre Félix, recién salido del Seminario, que nunca se había visto en lío semejante y que desde entonces no ha vuelto a pronunciar la palabra Moscú.