PATRIMONIO ARTÍSTICO
Un informático localiza la cruz perdida del Cristo de Carrizo
El leonés Víctor Braña Díez ha llevado a cabo durante años una labor detectivesca para encontrar la cruz perdida del Cristo de Carrizo. Un brazo del crucifijo está en el Arqueológico Nacional; otros dos, en el Louvre; y el cuarto, en paradero desconocido
Ha resuelto uno de los mayores misterios del arte leonés. Víctor Braña Díez, informático de profesión y apasionado del arte, las antigüedades y la historia, lleva más de una década detrás de la cruz perdida del Cristo de Carrizo, uno de los iconos del Reino de León. Esta joya excepcional de marfil se exhibe en el Museo de León ‘colgada’ de una cruz de metacrilato, porque la original nunca apareció. Hasta ahora.
Braña localizó la primera pista en el libro de la Universidad de Cambridge The Shorter Cambridge Medieval History, traducido al castellano en 1982 por Ramón Sopena como Historia del Mundo en la Edad Media. En el volumen tercero de esta obra, el informático leonés se topó con una imagen del conocido Cristo de Carrizo montado en un crucifijo mozárabe que parecía el original. Bajo la imagen sólo rezaba el texto: «Cruz de marfil del siglo XI». Empezó entonces la búsqueda de la pieza. Encontró un brazo de la cruceta en el Museo Arqueológico Nacional, donde se exhibe en una vitrina junto a otros marfiles procedentes de San Millán de la Cogolla. Este brazo está depositado en el citado museo madrileño desde 1943, que consigna en su colección que otros dos brazos se hallan en el Louvre. El museo parisino los tiene desde 1904; mientras el cuarto sigue sin aparecer.
Gracias a sus conocimientos informáticos, Braña reunió las tres ‘aspas’ y superpuso el Cristo de Carrizo —a escala exacta—. Todo encaja; incluso, las marcas de los clavos reales que sujetaban la figura al crucifijo. También son idénticos los dibujos labrados en él a los que aparecen en la imagen de Cambridge, que representan leones alados y demonios. El pelo del crucificado es ‘calcado’, así como los pliegues del ropaje. El ‘montaje’ que realizó Braña con el Cristo y los brazos probaría que la fotografía de Cambridge es auténtica y que las piezas de la Cruz que preservan los dos museos corresponderían al crucificado de Carrizo.
Considerada una obra maestra, vinculada al conocido crucifijo de Fernando y Sancha que salió de San Isidoro y se encuentra actualmente en el Museo Arqueológico Nacional —con la que guarda un parecido innegable—, mide 33 centímetros y tiene unos grandes ojos de azabache. Esta obra está rodeada de enigmas, como dónde estuvo antes de llegar al monasterio de Carrizo. Ramón Álvarez de la Braña, cronista de León a principios del siglo XX y que pese al apellido no guarda ningún parentesco con Víctor Braña, aseguraba que, sin duda, el Cristo procedía de San Isidoro. El profesor de la Universidad de Pittsburgh, John Williams, en un artículo publicado en 1993, recordaba que el Cristo de Carrizo llegó al Museo de León en 1874 procedente del monasterio cisterciense, cuya fundación es posterior a la fecha de creación del Cristo, «con lo que la procedencia de nuestra figura es una cuestión abierta». Según cuentan varios historiadores, las monjas vendieron la joya de marfil, de incalculable valor, para hacer frente a los honorarios de un médico.