Las cien joyas que León dejó marchar
El profesor Martínez Montero, que imparte un curso sobre patrimonio perdido, sigue la pista de un ‘Velázquez leonés’
En el Museo del Louvre de París, en el Metropolitan o en la Hispanic Society de Nueva York... pero también en instituciones y museos madrileños como el Arqueológico Nacional, la Fundación Lázaro Galdiano, el Instituto Valencia de Don Juan y el Museo Nacional de Arte de Cataluña. En todos estos espacios, más o menos alejados del viejo reino, puede el visitante admirar fantásticas creaciones nacidas en esta tierra, verdaderas joyas de la pintura, la escultura, la miniatura, la orfebrería, el arte fúnebre... y hasta de la arquitectura. Un brillante recorrido por la historia del arte a través de piezas en su día robadas, vendidas o malvendidas, cedidas o expropiadas y que es en parte el núcleo del curso de formación para profesores que comenzará el 14 de febrero en el CFIE; su eje, el «patrimonio leonés exiliado y musealizado».
Impulsor de la idea y ponente del curso es el leonés Jorge Martínez Montero, profesor de Historia del Arte en la ULE y en la Escuela de Arte y Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de León, y quien cifra en más de un centenar las piezas leonesas que pueden hallarse en museos y salas de todo el mundo. «Se trata de la segunda edición; la primera versó sobre intervenciones restauradoras en la ciudad y tuvo muy buena acogida. Y éste estaba previsto para unas 25 plazas pero las hemos ampliado a 50 dado el éxito que ha tenido la convocatoria», indicó Martínez Montero sobre un curso cuyo plazo de inscripción expira hoy.
El programa ofrece un panorama completo del patrimonio leonés fuera de nuestras fronteras, desde la época romana a la moderna y contemporánea, con especial atención a estas últimas. «Las piezas medievales repartidas por el mundo ya han sido bien estudiadas, sobre todo por Ángela Franco; pero no el paradero de otras muchas en el XIX», informó. En ese sentido, las últimas investigaciones de Martínez Montero han proporcionado interesantes revelaciones, por ejemplo la relativa a la famosa custodia catedralicia atribuida, hasta ahora, a Enrique de Arfe. Una extraordinaria pieza de platería de 1,75 centímetros que, al lado de otros 150 objetos de oro y plata, fue enviada por el Cabildo a Cádiz, en 1809, para ser fundida y evitar así su caída y la del resto de tesoros en manos de los franceses.
Martínez Montero ha descubierto el testimonio del tallista leonés Bernardo Díez, que en 1817 fabricó la maqueta de la custodia catedralicia que hoy puede verse en la capilla del conde de Rebolledo de la Pulchra, y que hasta el momento se creía de factura renacentista. El historiador ha sacado a la luz el contrato por el que se realizó esa maqueta siguiendo las «proporciones que tenía la de aquel insigne autor», y cómo el tallista deja claro en el texto que la original —su pérdida produjo gran dolor tanto a los canónigos como a la ciudad entera, jamás se supo si llegó o no a ser fundida— era obra del gran orfebre leonés Juan de Arfe, nieto de Enrique.
El autor de libros como Escaleras del Renacimiento español investiga además la venta, en 1876, de unos señeros esmaltes pertenecientes a la colegiata de San Isidoro, transacción en la que el mediador percibió 44.000 reales («cantidad muy alta si se tiene en cuenta que un retablo vendría a costar unos 20.000 reales, el cabildo necesitaba dinero tras el expolio francés», señala). A punto de terminar una obra sobre la arquitectura del siglo XIX en León, Martínez Montero también sigue otra pista muy particular que ‘saltó’ al estudiar la vida del arquitecto Fernando Sánchez Pertejo, a quien Jovellanos encarga recoger un «posible Velázquez» en la mansión de Joaquín de Cea de la capital leonesa. Su título era Retrato de la Castañeda y por el momento no se sabe nada más de él. «Hasta ahora no ha aflorado», dice el profesor. Hasta ahora.