Diario de León

CULTURA ■ PATRIMONIO

«La salvación de la Catedral mantuvo en vilo a España»

La iglesia de Palat. de Rey acoge una exposición sobre las épicas labores de restauración que en pleno siglo XIX impidieron que la ‘Pulchra Leonina’ se viniese abajo por completo. Incluye fotografías de gran valor, varias inéditas

El arquitecto y profesor Jorge Diez García-Olalla. RAMIRO.

El arquitecto y profesor Jorge Diez García-Olalla. RAMIRO.

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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Hubo un tiempo en el que la Catedral de León estuvo a punto de venirse abajo. Y sólo un extraordinario esfuerzo conjunto de expertos, administradores, artistas, artesanos, religiosos y vecinos anónimos hizo posible que el principal monumento de la ciudad no sea hoy un recuerdo evaporado o una especie de osamenta vacía. Esto, que apenas es conocido o lo es de forma un tanto difusa, se muestra ahora de un modo didáctico, ordenado y, sobre todo, muy visual, en la exposición La gran restauración. Los proyectos arquitectónicos que salvaron la ‘Pulchra’, que puede verse hasta el mes de abril en la iglesia de Palat de Rey, la más antigua de León. Recoge, fundamentalmente, los hallazgos y conclusiones de dos tesis doctorales, las del arquitecto Jorge Diez García-Olalla, en torno a la figura y legado de Juan Bautista Lázaro, y la de la periodista Isabel Barrionuevo en torno a la historia de la fotografía leonesa y los documentos relacionados con el ingente cúmulo de restauraciones catedralicias acometidas entre 1859 y 1901, lapso temporal muy extenso y durante la mayor parte del cual el templo permaneció cerrado al culto.

Fruto de esos trabajos y de la gran síntesis que es esta exhibición, Palat ofrece un montaje comprensible —y sorprendente— pensado para comprender en qué consistieron esas profundas intervenciones en la Pulchra, imágenes de enorme valor documental, algunas de ellas nunca antes mostradas al público. Basta echar un vistazo a la nómina de centros de los que proceden las fotografías para darse cuenta del esfuerzo de rastreo: además de archivos particulares, del ILC, del Municipal o del Provincial, las hay del Histórico Nacional, del Museo del Traje, de la Universidad Politécnica de Madrid, de la Sociedad de Geografía de la Biblioteca Nacional de Francia y hasta de la Biblioteca Frances Loeb del Harvard Graduate School of Design.

Todas asombran, pero Jorge Diez García-Olalla destaca especialmente las del interior. «Son muy raras, porque los fotógrafos solían centrarse en las obras artísticas y no tanto en los andamiajes y demás obras de la restauración, de ahí su valor», dice, y señala una de 1892, de autor desconocido, donde puede verse una nave central hoy insólita, donde aún faltaba por instalar el pavimento de la zona del crucero. Y otra de 1884, una vista del trascoro que permite apreciar el gran andamiaje interior que dispuso Juan Madrazo para salvar el templo de la ruina, labor que le supuso la Medalla de Oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes a título póstumo. También llaman poderosamente la atención una serie de fotos que muestran cómo era exactamente el edificio de paso entre la Catedral y el Palacio Episcopal, conocido como Puerta Obispo. «La gente está familiarizada con las imágenes de su derribo, pero no con estas que muestran cómo era la construcción completa, y donde, por cierto, estuvieron las oficinas de la restauración», explica Diez García-Olalla. Y recuerda cómo Juan Crisóstomo Torbado, arquitecto conservador de la Catedral, hizo constar su oposición al derribo. «Lo hizo obligado por las autoridades del momento, el Estado en este caso».

Ante todo, la impresión general que queda en la mente del visitante es el delicadísimo estado en el que se encontraba el monumento a mediados del XIX —de las bóvedas no dejaban de caer materiales, y las grietas y fisuras proliferaban—, lo cual originó una alarma social que dio pie a la declaración de la Catedral como Monumento Nacional en 1844, verdadero pistoletazo de salida para la creación de comisiones y el inicio de laboriosísimos desmontes y complejas restauraciones —y hasta recreaciones—.

Foto tomada desde el presbiterio, poco después de retirar el andamiaje (1893). ARCHIVO CATEDRAL DE LEÓN

Se comenzó por retirar elementos anacrónicos y lesivos, como la cúpula barroca, pero dadas las corrientes tendentes a respetar el estilo original de los monumentos, tan en boga en la época, se continuó eliminando todo tipo de elementos no góticos y reelaborando partes de acuerdo con la estética medieval —llegó un momento en que las autoridades incluso pidieron ‘parar’ esas obras, llamando a los responsables a centrarse, únicamente, en restaurar lo que se encontraba en mal estado—. El hastial sur reconstruido desde sus cimientos, la increíble filigrana de andamios elevada para desmontar el de Poniente, los talleres elevados a los pies de la Pulchra, el delicado desmontaje de vidrieras con los comienzos de la limpieza y reparación de las antiguas, y elaboración de las nuevas... todo ello y mucho más está contenido en los paneles e imágenes de esta exposición. Y eso sin olvidar la reseña biográfica de los arquitectos que trabajaron en estas obras y sus principales aportaciones: Matías Laviña, Andrés Hernández, Juan Madrazo, Demetrio de los Ríos, Juan Bautista Lázaro y Juan Crisóstomo Torbado.

Además de fotografías y grabados, también integran la exposición planos, bocetos y otros documentos empleados por los expertos para la sustitución o cambio de sus diferentes partes y para hacer frente al problema que siempre presentó este gigante etéreo, este brillante exponente del gótico puro: como si de un castillo de naipes se tratase, su equilibrio era tal que retirar éste o aquel elemento implicaba poner en peligro la estabilidad completa: cada retirada precisaba, así, de un contrapeso adecuado.

También hay testigos de los grandes festejos organizados por el Ayuntamiento y el Cabildo, en 1901, con motivo de la —esperada durante medio siglo— reapertura al culto de la Catedral. El menú oficial (escrito en francés), los descuentos que se hacían a quienes decidieran viajar a León (en tren, claro), recortes de prensa, invitaciones especiales para ver las obras, carteles y referencias a ‘bailes del país y corros de lucha’ pueblan asimismo la exposición. «Toda España estuvo pendiente de esta serie de restauraciones», recalca Jorge Diez al hablar de cómo las trascendentales decisiones que se tomaron durante estos 42 años influyeron en muchos otros monumentos españoles. Eso sí, lo de León no es comparable a lo hecho en ningún otro lugar. «La Catedral se parece a un ser vivo —reflexiona, siguiendo las palabras que pronunció, en la inauguración de la muestra, el director del Museo Diocesano, Máximo Gómez Rascón—. En los veinte años que yo he venido observando el monumento ha cambiado, pensemos en la restauración de las torres, por ejemplo. Y es así, no deja de evolucionar ante nuestros ojos sin que nos demos cuenta».

Imágenes de 1910, de autor desconocido, en las que puede verse cómo era el edificio de Puerta Obispo justo antes de ser demolido. ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.

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