CULTURA ■ EL MÚSICO
«La curiosidad musical de Odón era insaciable»
Fernando Pérez Ruano, gran conocedor de la vida y legado de Odón Alonso Ordás, presentará el día 20 un libro en el que analiza la música religiosa y el papel esencial jugado por el director leonés
Lo dice el investigador, musicólogo y compositor Fernando Pérez Ruano con toda claridad: «Odón Alonso Ordás fue, sin lugar a dudas, el director de orquesta español que más obras sinfónicas interpretó en calidad de estreno absoluto en nuestro país en la segunda mitad del siglo XX». Autor de numerosos estudios en torno a la historia de la música española, Pérez Ruano presentará el próximo día 20, en el Casino de Madrid y con una compañía de lujo que incluye a los maestros Enrique García Asensio, Tomás Marco y Luis de Pablo, su nuevo libro, La música religiosa, la música en la Iglesia.
A pesar de su título genérico, el autor aclara que la obra «pone de manifiesto la grandeza artística y el compromiso con la música de su tiempo del maestro Odón Alonso», y destaca tres puntos básicos de su quehacer artístico: «La interpretación de música española de compositores de su tiempo, el rescate de obras infrecuentes y su inquietud por la música contemporánea en general». El libro contiene un minucioso estudio histórico, analítico y crítico de la música religiosa practicada en la Iglesia española desde el Concilio Vaticano II a la Transición política, con un balance de la creaciones e interpretaciones llevadas a cabo en el marco de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, de la que Odón Alonso fue pilar indiscutible. Así, dirigió buena parte de los estrenos o primeras audiciones que se ofrecieron en ella, «como las Sinfonías para el Viernes Santo del entonces joven compositor Alberto Blancafort, In exspectatione Resurrectionis Domini del también joven Cristóbal Halffter, Jesucristo en la cruz de Fernando Remacha o los Himnos de los neófitos de Qumrán de Joaquín Rodrigo», ejemplifica Ruano.
Preguntado por las razones, ante todo, que nos deben hacer recordar hoy al director bañezano, el también autor de Conversaciones con el maestro Odón Alonso cree que su principal legado «parte de su propia concepción musical, ya que fue un hombre muy de su tiempo durante toda su vida, con una especial inquietud por la música de nueva creación, y podría decir que tuvo una curiosidad insaciable por las músicas de cualquier época y género».
Pero, ¿quedan aún cosas por saber sobre Odón Alonso, tanto de su vida como de su obra? «Muchísimas —responde su biógrafo—. Normalmente se tiende a la generalidad y a la simplicidad y, si bien es cierto que al maestro se le recuerda por su principal léitmotiv artístico, el de dar a conocer obras de nueva creación y otras de infrecuente interpretación, no podemos olvidar aspectos no menores como lo arriesgado de algunos de sus estrenos, la atención prestada a los niños, a los que incorporaba en sus programas siempre que le era posible tanto en grupos instrumentales como en escolanías y coros, la importancia que concedía a los públicos, el rigor estilístico de sus interpretaciones y un largo etcétera». «No quisiera olvidarme —añade— de las virtudes personales que el maestro poseía, con un encanto especial, un don de gentes extraordinario, una simpatía cautivadora y una elegancia innata que hacían de su persona un ser muy especial, aunque esto es bien sabido de todos aquellos que de una u otra manera le conocimos y tratamos».
La segunda tesis doctoral de Fernando Pérez Ruano, que obtuvo mención cum laude, se tituló precisamente El maestro Odón Alonso y la música de su tiempo, pero con este libro ha pretendido, ante todo, ofrecer un estudio científico, una obra de consulta para especialistas; eso sí, mantiene con vehemencia que cualquier trabajo «que aborde la creación o la interpretación musical en la segunda mitad del pasado siglo XX y trate del mundo sinfónico tendrá siempre como referencia, entre otros, al maestro Odón Alonso».
El bañezano, siempre presente
Pérez Ruano admite que el título del libro, La música religiosa, la música en la Iglesia, es «tremendamente genérico», «cuestión derivada de la acotación y especificidad que ha ido adquiriendo la terminología musical», pero explica que en él se encuentran dos parcelas absolutamente vigentes en nuestros días: «La música que se practica hoy en las iglesias es fruto de las directrices marcadas en el Concilio Vaticano II, y su estudio histórico y analítico ocupa la primera parte. La Semana de Música Religiosa de Cuenca, actualmente un referente internacional en música sacra y principal exponente de este género musical en España en sus comienzos, ocupa el otro bloque temático del libro. Y es aquí donde la figura del maestro está presente en todas y cada una de las ediciones analizadas (1962-1978), poniéndose de manifiesto una vez más las señas de identidad artística que le caracterizaron y que le mantienen vivo en la memoria de la historia de la música de la segunda mitad del siglo XX».
En cuanto a las conclusiones, comenta que son «amplias y difíciles de resumir en pocas palabras», pero que denotan «la situación de la música en España y de la música española en las casi dos décadas de actividad del festival analizadas». Y especifica: «Sin el apoyo de las instituciones la música de concierto, sea cual sea su género y estilo, no se puede situar en el lugar que le corresponde». También destaca «la seriedad de la Iglesia como institución y el enorme celo que los especialistas pusieron en diseñar las directrices, en materia musical, acordes con el espíritu del Concilio Vaticano II». «Ahora bien, los tiempos han cambiado —matiza—, la sociedad, en general, y la española, en particular, ha avanzado y evolucionado mucho, y el resultado artístico de aquellas directrices, hoy puestas de manifiesto en las iglesias españolas, puede ser visto desde diversas perspectivas dependiendo del posicionamiento ético, estético e ideológico de cada cual».