José Enrique Martínez se va de médicos con Pereira
El crítico del Diario desvela la relación del escritor con la medicina en Sierra-Pambley.
Lugar: Fundación Sierra-Pambley. Entrada por calle Dámaso Merino.
Hora: 20.00.
Entrada: libre.
verónica viñas | león
Dio gracias a dios en un poema porque no le hizo cirujano. No fue la única ocasión, ni mucho menos, en la que Antonio Pereira (Villafranca del Bierzo, 1923- León, 2009) auscultó el mundo de la medicina. Al catedrático y crítico literario del Diario de León José Enrique Martínez también le sorprendió que el autor de los Cuentos del Noroeste mágico tocase cuestiones médicas en más de una veintena de relatos. Martínez desvelará hoy la extraña atracción de Pereira por la medicina en la conferencia que pronunciará a las 20.00 horas en Sierra-Pambley. Bajo el título Poética y materia médica en la obra de Antonio Pereira , la charla, organizada por la Fundación Pereira, se adentrará en una de las vertientes menos conocidas del escritor villafranquino.
Cuenta José Enrique Martínez que hace unos años se celebró la mesa redonda Los médicos leen a Pereira , que concitó a algunos de los doctores que conocieron y trataron al autor de El Síndrome de Estocolmo , como Antonio Martínez Llamas, José Manuel Caunedo, Jesús Viñuela, David Santamarta y Clemente G. Arabio. A partir de ese momento, Martínez empezó a descubrir que Pereira, sin ser un hipocondríaco, había encontrado una vena literaria en algunas enfermedades. «Él era un enfermo con una salud de hierro», dice Martínez, quien afirma que la genialidad de Pereira residía en inspirar sus relatos en cualquier aspecto de la vida. Recuerda que en dos o tres cuentos Pereira aborda la tuberculosis, enfermedad de la que falleció su paisano Gil y Carrasco. La muerte prematura está presente en Obdulia, un cuento cruel . El relato que da título a La divisa en la torre «es uno de los grandes cuentos de Pereira y gira también en torno a la enfermedad», explica el catedrático de Literatura.
Aunque en la poesía de Pereira está muy presente la muerte, la enfermedad, en cambio, es una ‘invitada’ fugaz. A excepción de su primer libro de relatos, Una ventana en la carretera , publicado en 1967, en el resto siempre hay algún cuento sobre médicos y dolencias. En todos ellos Pereira no renuncia «a la ironía y a un tenue erotismo», afirma Martínez.
A Pereira le gustaba decir que se adentró en los caminos de la literatura por culpa de unas gafas. Con su proverbial humor contaba: «Me habían llevado al oculista de la plaza, de allí salí con la receta para el óptico y el mote de Cuatroojos». Y es que Pereira era un cuentista y se tomó la vida como un cuento.