Diario de León

8.836 kilómetros de sueños cumplidos

León cuenta desde hoy con un nuevo espacio cultural que rinde tributo a todas aquellas personas que un día dejaron su tierra rumbo al otro lado del Atlántico. La Fundación Cepa inauguró el Museo de la Emigración Leonesa, didáctico canto a los valores del esfuerzo..

Recreación de una bocamina leonesa y audiovisual con forma de maleta de emigrante

Recreación de una bocamina leonesa y audiovisual con forma de maleta de emigrante

Publicado por
E. Gancedo
León

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«Siempre busca más. Si ya subiste un escalón, procura subir otro». Frases como esta pueblan toda la superficie del Museo de la Emigración Leonesa, el Mel, que ayer quedó inaugurado en el transcurso de un nutrido acto oficial con visita guiada, y muy detallada, añadida. La frase es de Manuel Nicasio Robles, de La Pola de Gordón, pero son cientos las expresiones de emigrantes de todas las comarcas leonesas —con destino sobre todo a México y Argentina— que recorren las paredes de este nuevo equipamiento museístico con sede en un edificio que ya de por sí es una asombrosa obra de arte desconocida por muchos ciudadanos, la llamada Casona de los Pérez en el número 8 de la avenida Suero de Quiñones.

El museo es todo un canto a la cultura del esfuerzo y del sacrificio, pero también al respeto y el orgullo por las raíces: el programa expositivo convierte al espectador en un emigrante que se ve obligado a dejar atrás su lugar de nacimiento, habitualmente un pequeño pueblo en el que las posibilidades eran bien reducidas («emigración, mina o seminario», reza otra expresión, en este caso de un vecino de Villar del Puerto). Comarcas de los años veinte, o de posguerra, marcadas por unas agricultura y ganadería de subsistencia, unas modestas actividades comerciales y carentes de una industria solo existente en los polos urbanos de Madrid, Levante o País Vasco: el Mel, cuyo espíritu es sobre todo didáctico y que en gran parte está pensado para ser visitado por niños y jóvenes, muestra esa dura realidad y cómo las perspectivas de trabajo, educación y ascenso social en los países hispanos del otro lado del Atlántico ejercían entonces gran fascinación sobre los comarcanos leoneses.

Y así, en una primera estancia se recrea desde el reducido equipaje que habitualmente portaban estos hombres y mujeres —lleno, eso sí, de sueños y tantas veces con la estampa de la Virgen del Camino deslizada entre la ropa— hasta el movimiento de esos barcos que hasta la primera mitad del siglo XX solía llevarlos hasta sus destinos, en larguísimos periplos de un mes de duración. Otra parte —la visita es libre a través de un itinerario fijado, y trufada de juegos, preguntas y dispositivos interactivos— ilustra el tipo de ambientes que encontraron allá, unos paisajes tan diferentes de los campos, prados y montañas que dejaban atrás los emigrantes. «Vi todas aquellas luces y me quedé impresionado. Aquello me sorprendió mucho. Y me dije: ‘que sea lo que Dios quiera’», en palabras de un paisano de Fuentes de Carbajal. El Mel refleja a la perfección cómo quienes habían ido primero ‘tiraban’ de familiares, amigos y vecinos, y cómo las virtudes que desde hace siglos han venido siendo predominantes en el agro leonés —laboriosidad, sobriedad, empeño— arraigaron a la perfección en aquellas cálidas y crecientes urbes, necesitadas de mano de obra, empuje y talento, para alumbrar desde colmados y tiendas de ultramarinos hasta las direcciones de algunas de las empresas más potentes del mundo.

Los textiles Bayón, las pastas Marian, los relojes de Losada en Inglaterra y, sobre todo, la icónica cerveza Coronita, centran los sucesivos departamentos, acomodándose a la perfección entre los artesonados, mármoles, vidrieras y escaleras monumentales de la Casona de los Pérez.

Dentro de un ultramarinos

El visitante entra en una típica panadería-rosticería, en un ultramarinos y en un almacén de textiles regentados por leoneses —ambientados con todo detalle—, pero también conocerá la fundación de la poderosa Agrupación Leonesa de México y el proceso de elaboración de la archiconocida cerveza Coronita. Varios audiovisuales dan voz a rostros señeros del ámbito empresarial mexicano de origen leonés, entre ellos Cesáreo y Pablo González Díez, naturales de Vegaquemada y quienes junto a su tío Pablo Díez y sus hermanos consolidaron a nivel global el Grupo Cervecero Modelo. Personas de gran relevancia en la vida económica y social de México que, además, se encargan de dar la bienvenida al público, en el patio del Mel, merced a unas esculturas en bronce perfectamente singularizadas.

La cultura propia, la gastronomía, la religiosidad, el paisaje y hasta los bailes de ambas orillas se recuerdan de forma muy original, como la comparación entre las advocaciones marianas de Guadalupe o del Camino o el tutorial guiado que enseña los pasos básicos de una jota leonesa. Los dispositivos táctiles y audiovisuales han sido fabricados, todos ellos, en México, y también plantean al público local preguntas sobre su propia identidad como si son capaces de formar un puzle provincial con las comarcas como piezas o si adivinan qué rasgos son, o no, propios del carácter leonés («cazurros, tozudos y de buen corazón», he ahí tres de las respuestas correctas).

El valor del esfuerzo

Un traje regional datado en 1925 y donado por un emigrante de Genicera, en Los Argüellos, o viejos teléfonos que, al descolgarlos, dejan oír las voces de emigrantes de toda índole ofreciendo consejos y reflexiones muy válidos para el tiempo actual son otros elementos de este museo español y americano que ancla buena parte de su raíz en la distancia exacta que media entre León y México: 8.836 kilómetros. «Estamos festejando algo grande, el sueño de un grupo de emigrantes que se fue a México y que de alguna manera ha querido devolver a la tierra de León algo de sus recuerdos, esperanzas y vivencias», afirmaba ayer el presidente de la Fundación Cepa, Carlos Fernández González, durante un acto de apertura en el que también estuvieron, aparte de don Cesáreo y Nuria Alonso, directora de la fundación; Juan Martínez Majo, presidente de la Diputación de León; Milagros Marcos, consejera de Agricultura y Ganadería; Juan Carlos Suárez-Quiñones, consejero de Fomento y Medio Ambiente del gobierno autonómico, y Fernando Salguero, concejal de Seguridad y Movilidad y portavoz del equipo de gobierno municipal. Carlos Fernández también confió en que el Mel «recoja parte de todo lo que se vivió y se transformó en éxitos y realizaciones», y que inspire particularmente «a los jóvenes y a los niños en todo lo relativo a esforzarse, trabajar y buscar siempre un mejor mañana».

Los testimonios que invitan a la reflexión en el museo son, según subrayó Milagros Marcos, un ejemplo de la capacidad de sacrificio y de otros valores que hoy en día necesitan potenciarse. «Esfuerzo, compromiso y arraigo al territorio son valores que a través de este museo se puede transmitir a toda la sociedad; cuestiones que en este momento necesitamos con urgencia», apuntó Marcos.

La consejera también quiso hacer un reconocimiento expreso del compromiso de la Fundación Cepa con León y con la comunidad desde el punto de vista social y educativo: «Nunca se olvidaron de su tierra. Han vuelto y quieren manifestar la necesidad de esa unión y de esa capacidad de esfuerzo», reiteró.

Entradas a 5 euros, 3 euros la reducida

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