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La reforma de San Marcos revela que los balcones del segundo piso se abrieron en el siglo XVIII

Se detectan cambios en la disposición de los suelos realizados principalmente en la modificación de los años 60

La arqueóloga Carmen Alonso, explica detalles de la obra de rehabilitación de San Marcos a la prensa.

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Miriam Badiola/ ICAL

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El trabajo de arqueología llevado a cabo en el Parador de San Marcos, a medida que avanzan las obras de reforma del mismo, ha permitido descubrir en la fachada actualmente ya restaurada que los balcones del segundo piso fueron abiertos en el siglo XVIII sobre la del siglo XVI, que no contaba con ellos.

Así lo señaló hoy la arqueóloga encargada de llevar a cabo los parámetros de lectura de paramento del edificio, Carmen Alonso, que revisa las diferentes vidas por las que ha ido pasando el edificio a lo largo del tiempo a medida que avanzan las obras.

Alonso recordó que el edificio principal es del siglo XVI, al que posteriormente se le añadió otro cuerpo en el siglo XVIII en el que la obra interviene “de manera prioritaria”. A ello se han sumado a lo largo del tiempo otras modificaciones como las producidas en el siglo XIX, “cuando el ejército se hizo cargo del edificio y emprendió reformas muy importantes” que se pueden ver “en la apertura y cierre de puertas y ventanas de las fábricas originales del siglo XIX”.

Con carácter previo a la intervención de la obra en el interior del edifico, el equipo de arqueología intervino en la obra de restauración de la fachada del Parador, donde se encontró la modificación de las ventanas en el edificio del siglo XVI que se llevó a cabo en el siglo XVIII, “un hallazgo muy importante que había pasado desapercibido a cualquier trabajo histórico o arquitectónico que se había llevado a cabo en el edificio”.

Según explicó Carmen Alonso, cuando se construyó la fachada del siglo XVIII se pretendía hacer una réplica más o menos exacta de lo que estaba construido en el siglo XVI, “una réplica que ahora se ha descubierto que no fue tan exacta”, ya que al observar la fachada desde la calle se ven dos pisos, uno primero estructurado con ventanas de arco de medio punto y el de arriba en balcones que, aunque parecía que formaban parte de la fachada del siglo XVI, en realidad se abrieron en el siglo XVIII, “algo muy interesante porque permite interpretar de una forma diferente el edificio desde el punto de vista histórico, arquitectónico y artístico”.

De esta manera, destacó que en el siglo XVIII se abrieron nuevas jambas sobre las ventanas de arco de medio punto existentes, para recortar y realizar una estructura rectangular que pasó de ventanas o balcones, “tal y como se descubre en las anomalías, cortes, cambios de piedra y modulación que se observa desde el exterior”.

Asimismo, se han podido observar cambios en la disposición de los suelos en buena parte del edificio, que se realizan principalmente en la modificación de 1964, cuando el edificio se convirtió en Parador.

Alonso apuntó que los cambios pudieron deberse “al cambio de la moda en el tiempo en el que se realiza, al tratarse de la época del Barroco”, pero también “a un interés funcional” porque unido a las reformas se realizaron otras modificaciones.

Vuelta a parámetros originales

La arquitecta encargada del proyecto, Mina Bringa, explicó el trabajo realizado en el Parador de San Marcos desde que se iniciaron las obras en el mes de diciembre de 2017 y que, además de la restauración del exterior, se ha realizado ya el vaciado del centro del edificio, “una actuación muy importante que va a permitir devolver la volumetría original” que tenía el edificio del siglo XVIII.

Para ello, se mantendrán los elementos exteriores originales y se han eliminado elementos como los forjados realizados en el año 1964 para convertir al edificio en Parador. Asimismo, se reconstruirá todo el espacio para recuperar un patio similar al existente originalmente y se convertirá en el corazón del edificio, ya que todo el movimiento interno del Parador pasará por dicha zona.

La planta baja de San Marcos alojará usos más públicos del Parador, como la cafetería, salones y zona de reuniones, mientras que en la parte superior habrá unas galerías dobles, una exterior que servirá de circulación para la zona de habitaciones y una más próxima a la fachada interior del atrio que hará las veces de galería de exposición y albergará la mayor parte de la obra artística del Parador.

El patio estará cerrado y contará con un lucernario perimetral que proporcionará luz natural a todas las estancias y se convertirá en la zona más significativa del nuevo uso del edificio, en una ubicación que hasta la fecha estaba completamente tapada y albergaba la zona de ascensores, la cocina y los salones de eventos.

Además, en cuanto al techo del salón de la primera planta, conformado por una obra de Lucio Muñoz, Bringa puntualizó que ha sido desmontado y se va a proceder a su restauración para ubicarlo en la cubrición del atrio como coronación del espacio.