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Tras la estela de los asesinos en serie

El escritor J. D. Barker sigue la pista en ‘El cuarto mono’ a un psicópata cuyas víctimas son miembros de la élite política.

Publicado por
León

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álvaro soto | madrid

Los monos del monasterio japonés de Nikko, los mismos que han llegado a la cultura popular gracias a los emoticonos de WhatsApp, encierran un código moral muy seguido en los países orientales. Mizaruo significa «no veas el mal», y por eso se tapa los ojos; Kikazaru, «no escuches el mal», y se pone las manos en los oídos; e Iwazaru; «no pronuncies el mal», mientras se cierra el boca. Pero ‘los tres monos sabios’ o ‘los tres monos místicos’, como también se denomina a estas imágenes, tuvieron un compañero menos conocido que se llamaba Shizaru y que tenía su propia frase: «No hagas el mal». Partiendo de esta imagen, el escritor norteamericano J. D. Barker (Chicago, 1971) crea una potente novela negra, El cuarto mono (Destino), que comparte ritmo y giros en la trama con clásicos como Seven o El silencio de los corderos y que puede aportar al género un personaje como Anson Bishop, el Cuarto Mono, tan psicópata sobre el papel como John Doe o Hannibal Lecter.

Las víctimas de Bishop, un asesino en serie que actúa en las calles de Chicago, son miembros de la élite política y económica de la ciudad, corruptos que escapan de la justicia y a los que nadie ha dado nunca un escarmiento. «El Cuarto Mono se ve a sí mismo como un justiciero y le gusta creer que sus crímenes tienen una razón de ser. En muchas partes del mundo, el sistema de justicia es poco más que una ilusión y tristemente, el dinero puede comprar que alguien se libre de problemas. Pero ricos y pobres se vuelven iguales delante de la punta de un cuchillo afilado», afirma el escritor, que ha recreado en el libro algunos de los lugares de su infancia para dotar de más realismo a la historia.

Como en cualquier buena novela negra, el peso de la investigación lo llevan dos policías con un pasado marcado por la violencia. En El cuarto mono los detectives son Porter y Nash, y están rodeados por un equipo de investigadores que no se libran de los sobresaltos de la trama. «Un policía solo puede funcionar en una novela, pero a mí no me parece interesante. Como escritor, imaginar protagonistas que trabajan juntos te permite jugar con diferentes personalidades. Cada uno de ellos aporta una habilidad e, igual que sucede en la vida real, la investigación avanza cuando las ideas de varios bullen», declara J. D. Barker.

Su novela se estructura con varias voces en el presente y otra que explica la infancia del asesino, un flashback en forma de diario que remite a una familia terrorífica que disfruta con la tortura y la muerte. ¿Puede escapar alguien de su pasado? «He conocido gente muy buena que creció en terribles circunstancias y también he conocido gente muy mala que fue criada en situaciones muy favorables. Creo que el entorno juega un papel en la persona que cada uno llega a ser, pero es solo una parte. No se puede cambiar demasiado lo que realmente es uno dentro de su corazón (bueno o malo)».