Diario de León

«Nuestra casa es una pequeña factory»

Marciano Sonoro, desde San Román de la Vega, y con tres años de vida, edita libros y discos, desarrolla proyectos con material documental, y demuestra que la periferia más que un handicap puede ser un territorio de libertad frente a las editoriales de capital.

Los fundadores de la editorial Marciano Sonoro, Jesús Palmero y Cristina Pimentel. DL

Los fundadores de la editorial Marciano Sonoro, Jesús Palmero y Cristina Pimentel. DL

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León

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Pacho Rodríguez | Madrid

La cultura que va por libre se manifiesta en proyectos delicatesen como Marciano Sonoro, una editorial discográfica o viceversa, y que es un milagro en San Román de la Vega, de la mano de Cristina Pimentel y Jesús Palmero. Que si hubiera que acabar aquí esta historia que empieza a tener suculentos capítulos podría tener como pilares la calidad y el requisito de desarrollarse en el ámbito rural. Y que habrían de asimilarse como una conjura contracultural que les ha llevado a ser guardianes, por ejemplo, de historias del rock, libros especiales que destilan rocanrol entre líneas sin necesidad de surcos, como es el Escríbalo yo, léalo el Diablo, de Carlos Balacera; la incursión casi documental en plan discolibro con el trabajo de Polaroid y su experiencia beatle en los Abbey Road... En definitiva, Marciano Sonoro es un cajón desastre bastante organizado y un adorable artefacto que dispara cultura como alimento.

Marciano Sonoro es así una historia de tres años con veinte referencias ya, basadas en el cariño y la complicidad hacia el autor y una demostración de que editar de otra forma es posible sin necesidad de imitar infantilmente a las grandes compañías. Y todo surgió con la normalidad de poner en marcha el particular territorio creativo de Cristina Pimentel y Jesús Palmero. Así lo cuentan: «Desembarcamos en el proyecto de Marciano Sonoro de una manera bastante natural. Cristina, con formación de Biblioteconomía, ha desarrollado su labor profesional en el mundo de la encuadernación artesanal y yo, que procedo de la enseñanza y de la práctica del arte contemporáneo, siempre he estado interesado por el arte de archivo y los procesos de investigación. Por lo tanto, ambos hemos convivido con el mundo del libro desde siempre», explica Jesús Palmero.

Una vez iniciada esta singladura, hasta la fecha se trata de incluir en el trabajo responsable el disfrutar de sus propios gustos. Porque, según señala Cristina, «para nosotros, en la editorial conviven dos aspectos importantes: por un lado sólo nos metemos en proyectos que nos gustan y que suponen para nosotros una mecánica de trabajo compartido con los autores (mano a mano). Y por otro no tenemos una vocación de negocio más allá de hacer sostenible la continuidad de los proyectos».

Sobre su ideario, con quedarse con el nombre: Marciano Sonoro, es fácil hacerse una idea sobre sus intenciones eclécticas, que les permiten incursiones en la poesía o demás territorios en los que creen que pueden aportar su infraestructura.

«Marciano Sonoro para nosotros es un proyecto muy ilusionante, pero hay que tener en cuenta que a diferencia de otras editoriales leonesas nosotros somos muy pequeñitos. En tres años de existencia hemos conseguido hacer realidad veinte referencias a base de mucho trabajo que siempre es compartido con los autores, compatibilizándolo con nuestras otras actividades. Una cuestión que hasta el momento intentamos mantener es nuestra independencia limitando los proyectos de carácter institucional sólo a aquellos que nos apasionen y que supongan una experiencia colaborativa con terceros, como fue el caso de nuestra segunda publicación Astorga Rock”, indican para completar lo que serían los mandamientos de Marciano Sonoro.

Moviéndose en lo que podría ser su particular romanticismo pragmático podría pensarse que no hay lugar para el factor sorpresa o sueño. Pero no es así. La propia Cristina Pimentel remarca como «Jesús, en 2015, realizó una exposición en el Musac cuyo centro de atención era el trabajo de la mujer en el rock en León. Todas aquellas experiencias que quedaron reflejadas en una propuesta videográfica nos gustaría trasladarlas a un proyecto editorial y sonoro. Esa quizá podría ser la espina que nos gustaría quitarnos, pero es un proyecto muy ambicioso y necesitaríamos apoyos externos… Todo se andará», deja la incógnita en el aire de algo que en sus manos sí parece viable.

Y si hacen memoria también remarcan que «en cuestión musical hemos estado muy próximos a los cantautores (Solito Trovador, Javi Morán o Isamil9) por la proximidad que estos tienen al mundo de la literatura y por el formato en el que nosotros trabajamos, el LibroDisco. Pero nosotros tenemos un interés muy especial por el mundo del rock, al que nos hemos aproximado con la edición del LibroDisco de Polaroids Los territorios soñados donde se recoge su aventura londinense en los estudios de Abbey Road y donde también hemos hecho una incursión en el mundo del vinilo. El rock ha estado presente en el poemario de Carlos Balacera y fue también nuestro primer impulso editorial con la creación del archivo que recoge cincuenta años de historia musical en Astorga. Por lo tanto sería para nosotros apasionante afrontar un proyecto relacionado con las grandes experiencias musicales leonesas: Los Cardiacos, Fundición Odesa, Deicidas, Besttias, Trust nothing, Buffalo (de los que somos muy fans) o The Plastic Founders…».

De esta manera, Cristina Pimentel y Jesús Palmero, es decir este Marciano Sonoro de dos cabezas, no renuncian a los grandes salones de la cultura pero prefieren vivir en el lugar que ellos eligen. «Una de nuestras opciones irrenunciables es la de la vida en el medio rural y esto ha sido algo que sólo nos ha traído ventajas. Por un lado la tranquilidad en el trabajo del día a día y por otro porque creemos que desde las periferias también se pueden hacer muchas cosas. Nuestra casa se ha convertido en una pequeña y modesta factory donde convivir con nuestros marcianos con los que siempre creamos un vínculo muy especial», cuentan.

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