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PATRIMONIO

El tesoro leonés depara sorpresas

La Arqueta de las Bienaventuranzas es del siglo XIV según el carbono 14. San Isidoro acoge hoy y mañana unas jornadas

La Arqueta de las Bienaventuranzas se conserva en el Museo Arqueológico Nacional.THERESE MARTIN

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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El tesoro real de San Isidoro depara nuevas sorpresas. La investigación que lleva a cabo un equipo internacional de investigadoras, bajo la dirección de la medievalista del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic) Therese Martin, ha desvelado que la arqueta de las Bienaventuranzas que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional desde el siglo XIX datan del siglo XIV.

Esta novedad forma parte de las conclusiones del ‘Proyecto Tesoro’ iniciado en 2016 y cuyos primeros avances se presentan hoy y mañana en unas jornadas en el salón del Pendón de San Isidoro. «Hemos tenido que investigar sobre un período que no teníamos previsto y esta sorpresa nos da indicaciones sobre lo que hay que trabajar», matiza.

«El tesoro es más importante de lo que habíamos pensado», señala Martin. Hasta ahora las investigaciones se habían centrado en piezas de forma aislada y por primera vez un equipo aporta una visión de conjunto y lo primera que desvela es que «todas las piezas tienen relación entre sí» pese a las diferentes épocas en que pudieron ser donadas.

El caso de la Arqueta de las Bienaventuranzas es paradigmático porque si bien la madera es del siglo XIV, según las pruebas del carbono 14, los marfiles que la adornan (inscripciones en árabe e iconografías cristianas) corresponden al siglo XI. Hasta se barajaban dos hipótesis sobre esta pieza: «Hasta ahora había sido analizada por expertos en marfiles e islamistas y se creía que podía datar del siglo XI o del siglo XIX», explica Martin.

Además de los análisis químicos con el carbono 14, la arabista María Antonia Martínez Núñez ha podido leer algunas frases en la arqueta que si bien carecen de interés especial, desvelan que su elaboración, muy cuidada y trabajada, no pertenece a una época tardía, sino que se sitúan a mediados o finales del siglo XI.

El leonés es uno de los tesoros medievales que ha llegado más intacto, lo que supone una oportunidad singular para «la investigación interdisciplinar y multicultural», comenta la directora de la investigación y coordinadora de las jornadas Proyecto Tesoro. Resultados de la investigación interdisciplinar sobre el tesoro de San Isidoro.

Han llegado hasta la actualidad una decena de tejidos y una veintena de objetos preciosos en San Isidoro, además de otras 15 piezas que en colecciones de otros museos como el Arqueológico Nacional, el Metropolitan de Nueva York, el Heritage o el Louvre.

«Tanto por su riqueza en objetos como en fuentes escritas, la colección isidoriana brilla y nos ofrece un punto de partida para estudiar cuestiones amplias sobre el papel del arte suntuario en el reino de León-Castilla en los siglos XI-XII».

Además de la Arqueta de las Bienaventuranzas se presentarán resultados sobre los tejidos andalusíes que, por primera vez, son analizados por expertas como Laura Rodríguez Peinado, de la Universidad Complutense de Madrid y Ana Cabrera, experta del Victoria and Albert Museum, de Londres y del Museo del Traje de Madrid.

Las piezas no son solo obras de arte. «Para los monarcas, un tesoro podía funcionar como una fuente de obsequios para los aliados, a los que ataban con lazos de obligación; posesiones de prestigio para la ostentación ante un público de élite; o reservas financieras que se podían despiezar en tiempos de necesidad», explica Therese Martin.

En el estudio del tesoro, tanto crónicas como documentos «describen los vaivenes de los metales preciosos y los textiles bordados o tejidos con hilo de oro, dejando claro no solo la suma importancia que tenían para la representatividad regia y la eclesial sino también para la economía de los poderosos», añade. En breve se publicará una monografía científica sobre el tesoro.

El Proyecto Tesoro 2016-2018 contó con una financiación de 21.296 euros del Ministerio de Economía y Competividad más las aportaciones de otros proyectos de investigación liderados por las personas que colaboran. La idea es continuar la investigación con una segunda fase durante cuatro años más si se consiguen fondos en la nueva convocatoria.