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Sancha trajo a León trozos de la cuna y la mesa de Jesús

Más secretos del tesoro isidoriano salen a la luz con la investigación que dirige Therese Martin desde el Csic. El ara de San Isidoro es identificada como el altar portátil de la infanta Sancha que habría llegado a León con otras reliquias de Cristo..

El ara que se identifica como el altar personal de la reina Sancha (1095-1159) en el Museo de San Isidoro de León. RAMIRO

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León

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ana gaitero | león

León presume de Grial por unos papeles que se encontraron en Egipto y parece que llegó a tener reliquias tan preciadas como un pedazo del pesebre-cuna de Cristo. El Proyecto Tesoro desvela que la conocida como ara de San Isidoro fue el altar portátil que la reina Sancha (1095-1159) donó a la basílica junto con unas reliquias que se identificaron en su tiempo como trozos de la cuna de Jesús, la mesa donde el señor comió pescado asado y miel en la última cena, así como la roca de su ascensión al Monte de los Olivos.

Una inscripción de plata que enmarca esta piedra, en la que podrían estar inscrustados los trozos de madera de las santas reliquias, es el testimonio documental de esta donación del siglo XII, según explicó ayer la investigadora Jitske Jasperse, de la Universidad de Humboldt de Berlín, que participa en el Proyecto Tesoro dirigido desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicos (Csic), Therese Martin. La investigación, desarrollada entre 2016 y 2018 y que pretende ampliarse cuatro años, aborda por primera vez el estudio de las piezas que se conservan (una decena de tejidos y una veintena de objetos preciosos en San Isidoro y 15 piezas en otras colecciones) como un conjunto en el que «ninguna pieza es más importante que otra».

El tesoro de San Isidoro fue iniciado en 1063 por los reyes Fernando y Sancha con una riquísima donación de objetos de oro y marfil. Gran parte de estos objetos mencionados en un documento del siglo XII están en paradero desconocido. Por la crónica histórica del obispo Lucas de Tuy, se sabe que el tesoro sufrió el saqueo de la propia monarquía leonesa en reinados posteriores, explicó ayer Martin en las jornadas que se celebran en el salón del Pendón de San Isidoro.

Alfonso el Batallador, rey de Aragón y segundo esposo de Urraca (1081-1126), convenció a la reina leonesa para robar el tesoro de San Isidoro y obtener así dinero con el que pagar sus guerras, relató. Urraca consintió, pero, arrepentida, inició un proceso de reparación, que continuó su hija Sancha, con otras donaciones importantes, entre las que destacan numerosas arcas de plata y marfiles del siglo XII.

De esta época data la llegada a San Isidoro del altar portátil de la infanta Sancha: «La reina Sancha (hija) de Raimundo, me hizo de plata», dice la inscripción en la que se apoya la investigadora Jitske Jarsperse para identificar la pieza conocida como ara de San Isidoro como el altar personal de Sancha.

Jasperse ve improbable que esta pieza proceda de una peregrinación de la reina a Tierra Santa, puesto que, más allá de la inscripción, la primera referencia escrita sobre este supuesto viaje no aparece hasta 1572 en el informe de Ambrosio Morales. «Aunque sea posible que la infanta pudo haberse traído los restos santos y haberlos donado al monasterio de San Isidoro, existen fundadas razones para poner en duda que Sancha llegara a dejar León para embarcarse a Jerusalén», explica la investigadora. Lo que cree es que entre León y Tierra Santa había una «conexión más amplia» a través de los círculos de la élite en los que se movía la infanta Santa. Así lo deduce de la inscripción, la decoración figurativa y la «extraordinaria losa» del altar que la convierten en un objeto exótico.