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Botines abre bar para ser sostenible

El museo prevé crecer un 30 por ciento y cerrar el año con 170.000 visitantes Amplía la pinacoteca con salas dedicadas a Dalí y Vela Zanetti En octubre el edificio de Gaudí acoge 400 obras chinas.

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León

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verónica viñas | león

Hay que hacer caja. Ese fue el planteamiento del Museo Botines cuando abrió hace poco más de un año. Fundos, la fundación que gestiona el edificio diseñado por Gaudí hace 125 años —los cumple el sábado—, ha decidido ampliar el negocio y abrir una ‘champanería’.

El bar, ubicado en el sótano y decorado al más puro estilo Art Nouveau, ayudará a incrementar los ingresos. No es la única medida que permitirá financiar un inmueble que cuesta mantener al año 350.000 euros. Hasta ahora, las visitas guiadas limitaban el cupo de personas que podían acceder al castillo que Gaudí erigió en León, pero próximamente será posible recorrerlo con audioguías, gracias a la implantación de un complejo sistema de vídeo vigilancia. Estas entradas serán más baratas que los 12 euros que ahora paga cualquier visitante por acceder al mayor museo dedicado al genio catalán: 1.700 metros cuadrados de exposición.

De momento, las cifras son optimistas. Si el año pasado el museo cerró un ejercicio de ocho meses con 130.000 visitantes, los cálculos apuntan a un crecimiento del 30 por ciento, para acabar diciembre con 170.000 visitas —más que en los mejores tiempos del Musac—.

La apertura del bar El Modernista, que se inaugura esta noche, a las 21.30 horas, con un gran acto social, ha permitido remodelar la antigua sala de exposiciones de Caja España. El primer cambio es la luz. Derribadas las falsas paredes de pladur colocadas en los 90 que cegaban los ventanales desde los cuales se aprecia la espléndida reja que bordea el foso de Botines, la planta recupera su estética original. Además del bar, recreado por la interiorista Andrea Muñoz siguiendo el espíritu de los míticos locales de la época de Gaudí, el sótano acoge también una exposición permanente con esculturas y obra gráfica de Chillida, Canogar, Monir Islám, Guayasamín o Miguel Conde. Piezas que forman parte de los más de 6.000 fondos artísticos que posee Fundos, heredados en su mayoría de las antiguas cajas de ahorros.

La pinacoteca pide sitio

Aunque la tercera planta fue con la que arrancó el museo Botines, donde exhibe las joyas de la citada colección, incluyendo una sala dedicada a Goya, en los próximos meses se amplía la muestra con más y mejores obras y dos salas centradas en Dalí y Vela Zanetti. Según el director artístico del museo, Chema Viejo, esta ampliación convertirá también a Botines en una pinacoteca de extraordinario valor.

El inmueble que nació como almacén de tejidos y ha sido banco la mayor parte de su historia se prepara para albergar en octubre El patrimonio intangible de China. Maestros de la creación, una exposición comisariada por Longling Yu y Mung Yang y organizada por la Asociación pro Centro de Cultura y Arte China-Occidente, con sede el Madrid. La muestra, que incluirá más de 400 obras de grandes artistas chinos —la mayoría contemporáneos—, se enmarca dentro de la política de proyección internacional que lleva a cabo el Museo Botines desde su apertura. José Ángel Hermida, presidente de Fundos, destacó ayer la importancia del turismo asiático, que siente adoración por Gaudí, el único arquitecto hasta la fecha que tiene siete obras Patrimonio de la Humanidad —el siguiente sería Eiffel, con dos—. Hermida asegura que hay programadas exposiciones hasta finales de 2019, aunque no quiso desvelar cuáles.

Tras la inclusión de Botines en la Ruta Europea del modernismo, el edificio leonés será una de las estrellas de la Feria Jata de Japón. Además, el próximo verano Botines, el Palacio Episcopal de Astorga y el Capricho de Comillas —los tres únicos edificios de Gaudí fuera de Cataluña y todos en la Ruta Jacobea— pondrán en marcha el Camino de Gaudí, que será promocionado en febrero en Fitur.

Una de las plantas que tiene mayor tirón entre los visitantes es la segunda, abierta al público en marzo, donde se recrean las viviendas del XIX que albergó Botines —desde la cocina de carbón y los dormitorios a la consulta de un dentista—, así como un espacio tecnológico que permite sobrevolar todos los edificios del genio catalán. La planta noble hace tiempo que dejó de ser un inútil vestíbulo para recrear la tienda de tejidos de Fernández-Andrés que motivó la construcción del edificio en 1892, así como la primera oficina del Monte de Piedad, cuando el almacén se convierte en banco en 1931. Ahora hay espacio también para la moderna tienda del Museo Botines. En conjunto, seis plantas que van cambiando y ampliando su oferta para hacer viable este museo.