PATRIMONIO
Un museo para la iglesia más antigua de España
La Comisión Territorial de Patrimonio autoriza la construcción de un edificio para proteger los restos de la basílica paleocristiana de Marialba de la Ribera
Los restos de Marialba de la Ribera dejarán de ‘pudrirse’ a la intemperie. Ha tenido que pasar una década desde que el arquitecto Melquíades Ranilla diseñara un proyecto para musealizar la basílica paleocristiana y que la Diputación concediera este verano, a través de dos partidas, una subvención de 305.000 euros, para poner a salvo esta construcción erigida en el siglo IV —en la misma época que San Juan de Letrán, considerada la iglesia más antigua del mundo—.
La Comisión Territorial de Patrimonio autorizaba ayer el proyecto promovido por el Ayuntamiento de Villaturiel para proteger los vestigios de Marialba, aunque exige que previamente «se definan en detalle las actuaciones a llevar a cabo en la zona arqueológica». Patrimonio quiere supervisar «la viabilidad o no de la construcción de zapatas y otras obras, como las acometidas de saneamiento, abastecimiento de agua y suministro de energía eléctrica».
El museo diseñado por Ranilla permitirá al visitante observar los restos, mediante pasarelas a varios niveles, «desde todos los puntos de vista y con luz natural». El presupuesto, de momento, sólo permitirá construir una estructura proyectora. Pese a que tras la última excavación los restos se taparon con tierra, los cambios térmicos los están deteriorando considerablemente.
Las fotografías de cómo está hoy el yacimiento y cómo se encontraba hace sólo unos años son demoledoras. La explicación, según Ranilla, es que «los diferentes elementos constructivos están desapareciendo debido al agotamiento de los materiales. Todas las estructuras estaban construidas para tener un remate, una cubrición».
Inocencio Arredondo fue el primero en sondear el yacimiento en 1890, aunque nunca publicó los resultados de su trabajo. En 1967 se llevó a cabo la primera gran excavación, a cargo del Instituto Arqueológico Alemán, liderada por su director, Helmut Schlunk, junto a Theodor Hauschild, en colaboración con el Instituto Leonés de Estudios Romano-Visigóticos. Descubrieron los restos óseos situados en el interior de la basílica y en las zonas próximas al pórtico y el baptisterio. Localizaron un centenar de tumbas, aunque nunca se estudiaron a fondo. Cuarenta años más tarde, en 2009, la Fundación de Patrimonio Histórico de Castilla y León —hoy inactiva—, bajo la dirección científica del profesor José Avelino Gutiérrez, volvía con picos y palas a un yacimiento que deparó muchas sorpresas.
La lectura del subsuelo en un área de 8.000 metros cuadrados, descubrió la existencia de grandes construcciones, a unos 200 metros al norte de la basílica, que llamaron la atención de los arqueólogos. Todo apunta a que se trataría de edificios notables, en consonancia con la propia basílica. Las dimensiones de este complejo urbano inédito, que se extienden más allá del perímetro de la zona declarada BIC, podrían corresponder a una ‘ciudad’ tardorromana o a un enclave militar, teniendo en cuenta que en la construcción de la basílica se reutilizaron fragmentos de tejas con el sello inconfundible de la Legio VII.