La Catedral, a vista de gigante
El maquetista Luis García está alzando en su taller una sorprendente ‘Pulchra’ a escala: un reto didáctico y artesano que quiere ampliar a todo el patrimonio de León. .
e. gancedo | león
La mirada y las manos de Luis García López están habituadas a convertir en pequeño lo grande. O más bien a hacerlo abarcable, comprensible, cercano. Lo hizo con su muy detallada maqueta del Encuentro semanasantero, que vieron muchas personas y que hoy, inexplicablemente, duerme un injusto sueño en el taller de este concienzudo, paciente artesano y maquinista ferroviario. También con el modelo del ya desaparecido Colegio de los Agustinos que se alzaba en pleno centro de la ciudad y con muy diversas miniaturas de viviendas, encargos de constructoras en la época de las vacas gordas aunque su mayor reto, de proporciones sin duda colosales, ha sido la maqueta del tren de alta velocidad Medina-La Meca en Arabia Saudí, país al que llegó en calidad de maquinista pero donde, una vez comprobados el talento y la pasión que le ardían dentro, sus superiores sacaron de la vía y pusieron a diseñar a escala el trazado del faraónico ferrocarril con todas las poblaciones, edificios, mezquitas, carreteras y accidentes geográficos cercanos: en total, ochenta metros cuadrados de maqueta. Ahora, recién regresado de esos cuatro años de dura labor en el desierto, ha retomado el proyecto que dejó entoldado en su taller de la calle La Palomera tras año y pico de trabajos: alzar la Catedral y calles adyacentes a escala 1:50, una Pulchra muy didáctica (la gótica Puerta Obispo y la cúpula barroca, ambas desaparecidas, son de quita y pon para que el público vea dónde estaban), todo a base de madera, corcho, plástico y metacrilato. Y con luz propia en cada farola y en cada vidriera.
Un trabajo de enorme precisión y temple de hielo para el que Luis García López ha necesitado de muchos planos catastrales e históricos, fotografías, paseos y hasta subida a tejados, que prevé acabar en un año pero que también contempla como el comienzo de una amplia serie de maquetas que incluya todo el patrimonio capitalino: los próximos, quizá, la plaza del Grano y el llorado Instituto General y Técnico.
«Aquí no ha prisas que valgan», susurra, y sigue colocando buhardillas, y tejas, y pináculos, como un urbanista cósmico.