PATRIMONIO
Un retablo en pedazos para repartir suerte
Una de las joyas del Prado, las tablas de la capilla de Hinojo, obra de Nicolás Francés, ilustran la Lotería de Navidad de este año William R. Hearst las intentó sacar ilegalmente de España
Viajará por todo el país —y aun fuera de él— grapado a los papeles que con más fuerza obsesionan, sugestionan y encandilan a los españoles durante los últimos días del año: los décimos del Sorteo Extraordinario de Navidad. En este 2018, los billetes en los que tantas y tantas personas depositan sus esperanzas, y a los que volverán a achacar alegrías o resignaciones, tiene sello leonés, pues luce la imagen del retablo de la capilla de Hinojo, cerca de La Bañeza. Una magna obra del maestro Nicolás Francés que es una de las joyas indiscutibles del Museo del Prado. Serán, en total, 170 millones los décimos que Loterías y Apuestas del Estado ha puesto en circulación con la divisa de este retablo, llamado «de la vida de la Virgen y de san Francisco», y que fue elaborado entre los años 1445 y 1460.
La tradición de adornar los décimos con imágenes de obras de arte señeras tuvo su punto de partida en la decisión que el Gobierno tomó en 1960, relativa a emplear, para los sorteos estatales, escenas de logros o creaciones artísticas, literarias, científicas y deportivas relevantes. Una vez puesta en marcha, la escenografía relacionada con el Nacimiento se reservó para la lotería navideña, la más popular de todas. Obras de Velázquez, El Greco, Goya, Zurbarán o Murillo han venido desfilando por los décimos, y a pesar de que las informaciones oficiales mencionan la singularidad del retablo de Francés, nada dicen de las irregularidades y peripecias que atravesó antes de aterrizar en la sala 050 del Museo del Prado.
Un buen momento para conocerlas será el próximo 5 de diciembre, cuando el historiador Alejandro Valderas pronuncie una exhaustiva conferencia sobre él en La Bañeza, en la sede de la Cofradía de Jesús Nazareno. Valderas, gran conocedor del arte perdido o usurpado de esta tierra, que es mucho, recuerda que Hinojo era un pueblo, desaparecido como tal en la Edad Media, que quedó como casa de labor, los restos de un antiguo señorío (aún queda una vivienda y un grupo de naves agrícolas). Se ubica frente a La Bañeza, en el municipio de Valdesandinas y «ha pasado por un montón de manos en un proceso realmente complejo», expresaba Valderas al Diario. Y resumía su azarosa historia remitiendo a una obra editada por el gobierno autonómico, La enajenación del patrimonio en Castilla y León, en la que se recuerda que, en 1931, el comerciante zamorano Ignacio Martínez ofrecía en venta al Estado tres tablas del retablo —ya antes había intentado sacarlo de España, pero la Comisión de Valoraciones se lo impidió—, y que poco más adelante le compraron también el resto de piezas a un precio «algo más moderado», que, se sabe, ascendió a 78.000 pesetas.
El mercader había comprado el retablo, muy posiblemente creado para un monasterio o edificio de mayores proporciones, al marqués de Esteva de las Delicias, y ya era conocido (y ambicionado) en el mercado internacional de antigüedades por haber formado parte, en 1929, del catálogo de la Exposición Universal de Barcelona. Pero esas «dificultades» para sacar la obra de España de las que habla el libro esconden detalles muy propios de aquella época: en realidad fue un ‘tropiezo’ de uno de los hombres de confianza del magnate norteamericano William Randolph Hearst, a quien Orson Welles inmortalizara en su película Ciudadano Kane, contratados para localizar y llevarse (a precios ventajosos, ridículos o apropiándoselas directamente) grandes obras de arte ubicadas en el medio rural español. «Cortado en pedacitos y empaquetado, quisieron mandar el retablo de Hinojo a Nueva York vía Francia, pero los paran en la frontera y se ven obligados a vender el retablo al Museo del Prado», explicó Alejandro Valderas. Aun así, siete partes no se recuperaron jamás, «así que quizá sí que consiguieron sacar algo de España», desliza el historiador, quien ofrecerá algunos detalles más en su conferencia.
El retablo de Nicolás Francés, la joya leonesa que custodia El Prado y que ilustra los billetes de la Lotería de Navidad. DL