La ‘Demolición’ literaria de Raúl Guerra Garrido

verónica viñas | león

Raúl Guerra Garrido recibió una extraña invitación de una galería de Madrid. Rogaba a los invitados no abrir los ojos durante su estancia, que duraría exactamente quince minutos. La obra en cuestión era de un tal Jesús Expósito.

La curiosidad obligó al escritor leonés a indagar en la vida de un personaje tan insólito. Tres años después, verá la luz la biografía no autorizada de un escultor cuya trayectoria siempre estuvo marcada por el hecho de haber sido abandonado a las puertas de una carpintería en un pueblo de Cáceres, lo que le hizo creer firmemente que había nacido por generación espontánea.

Esta sería la trama de Demolición (Alianza Editorial), una compleja novela con la que el autor de El año del wolfram rompe seis años de silencio literario. En el trasfondo late «la demolición que para una generación como la mía ha supuesto el tránsito de la era analógica a la virtual», explica Guerra Garrido, quien, a través de la biografía salpicada de datos inquietantes del protagonista, cuestionará «la lucha entre si merece la pena seguir o si vale con sobrevivir».

Aparte de «la brecha entre dos eras geológicas», hay mundos paralelos que decoran este paisaje de la desolación, como la ciudad india de Alang, un colosal desguace donde recalan los grandes buques y hasta portaaviones, que representa «el horror llevado a su máxima expresión artística»; así como el declive de Detroit, la que fuera la capital del automóvil, con cerca de 80.000 edificios abandonados o con serios desperfectos y algunos ya desplomados. A Jesús Expósito le sucede como a estas ciudades decadentes. «Él piensa que su tiempo también se está demoliendo».

Sin embargo, Guerra Garrido no renuncia en ningún caso al humor. El propio apellido del protagonista, su origen y su manía por esculpir «escaleras de mano siempre en un equilibrio imposible entre la lógica y el disparate» dan pistas de la ironía con que teje el escritor leonés esta esperpéntica historia de historias.

Niega que Jesús Expósito sea un álter ego o un trasunto de su personalidad, pero admite que «cuando cumples años, tienes muchas manías» y algunas de ellas se las ha trasmitido al escultor, quien, tras la surrealista exposición en la galería madrileña que ambiciona ser internacional, «desapareció sin dejar el más mínimo rastro, ni siquiera el de su fallecimiento, por otra parte algo muy propio de quien se supuso nacido por generación espontánea».

Guerra Garrido ha escrito Demolición como si fuese su última novela. De hecho, le ha costado seis años alumbrarla porque se rompió una rótula y ha tardado tiempo en recuperarse física y anímicamente de este accidente y porque confiesa haber adquirido una gran capacidad para perder el tiempo.

Demolición es difícil de encajar en un único género, aparte del puramente novelesco, aunque a Guerra Garrido le parece bien que sea tratado como «una biografía no autorizada». Entre otras cosas, porque «de seguir vivo, Jesús Expósito estará a punto de cumplir los cien años y si llega a leer este libro le suplico me perdone».