Diario de León

MELÓMANO ECLÉCTICO

Bertolucci, un cineasta inspirado por la música

El director puso un gran énfasis en las bandas sonoras y desarrolló fértiles colaboraciones con Morricone o Sakamoto

El director Bernardo Bertolucci, en el festival de cine de San Sebastián, en el 2012.

El director Bernardo Bertolucci, en el festival de cine de San Sebastián, en el 2012.

Publicado por
Juan Manuel Freire
León

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Hablar de Bertolucci es hablar de sus colaboradores, como pasa con todos los directores. En su caso particular, del director de fotografía Vittorio Storaro, el guionista Mark Peploe, actores como Stefania Sandrelli y Alain Midgette, o, por supuesto, los grandes compositores con los que trabajó estrechamente en películas a menudo basadas en lo sensorial y la musicalidad.

Dos en particular fueron sus manos derechas en distintas eras de su carrera. Desde mediados de los 60 hasta principios de los 80, Ennio Morricone se adaptó con maestría a sus diversos contextos y peticiones. El maestro romano elevó las imágenes de 'Antes de la revolución', 'Partner', 'Novecento' -cuya música, por cierto, usó Terrence Malick como inspiración durante el montaje de 'Días del cielo'-, 'La luna' -aunque esta vez su trabajo se redujo a una breve pieza de piano para los créditos- y, finalmente, 'La historia de un hombre ridículo', de partitura poco conocida pero sublime.

Si Morricone era ideal para películas de épica muy italiana, Ryuichi Sakamoto parecía, aunque no chino sino japonés, un compositor más apropiado para 'El último emperador', por la que el ex Yellow Magic Orchestra ganó el Oscar; compartido con David Byrne y Cong Su, aunque Sakamoto era el compositor con más temas. Bertolucci no se desprendió de él para 'El cielo protector', en la que Sakamoto jugó con el choque de culturas Nueva York-Marruecos, y 'Pequeño Buda', película con partitura incuestionable.

Además, Bertolucci colaboró con Georges Delerue, el músico de mucha 'nouvelle vague', en su mayúscula 'El conformista'; contó con el sensual saxo tenor de Gato Barbieri en 'El último tango en París', y, ya en los 90, pidió a Richard Hartley (autor de los arreglos de 'The Rocky Horror picture show') el 'score' de 'Belleza robada'.

De Verdi a Portishead

Melómano curioso y ecléctico, Bertolucci sabía apreciar tanto la riqueza de una opera decimonónica como los poderes extraños del pop moderno. En 'La estrategia de la araña' se apoyó en 'Rigoletto' de Verdi, en parte porque la historia (basada en 'Tema del traidor y del héroe', de Borges) también pasa en la ciudad italiana de Mantua.

Algo más abajo en la bota, en la Toscana, se desarrollaba 'Belleza robada', en la que además de la música de Hartley escuchábamos canciones de Portishead, Cocteau Twins, Liz Phair o Mazzy Star. La banda trip-hop Hooverphonic (por entonces Hoover) debe su carrera a Bertolucci, o a sus supervisores musicales: después de sonar en la película, su canción '2 wicky' se hizo mundialmente conocida.

Para Bertolucci, la música no era un añadido, sino la mitad de todo. Cuando rodó 'Asediada', habló al compositor Alessio Vlad (antiguo actor suyo en 'La luna') de describir a los personajes del romance central "sin palabras, sino con música y la música de cámara". Y aunque nunca rodó un musical, los adoraba, según explicó en el documental 'Bertolucci on Bertolucci'. Soñemos con lo que pudo haber hecho.

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