Fábrica y centro para redondear la visita

Nogarejas fue una villa muy destacada, que llegó a tener más de mil vecinos y dos fábricas refinadoras de resina. La explotación de los extensos pinares de sus montes comenzó a principios del siglo XX: «Teniendo en cuenta que por lo menos necesitan treinta años para su crecimiento, echa cuentas de cuándo comenzaron a plantarse», explica el presidente de la junta vecinal con respecto a la antigüedad de una especie que no es propia de la comarca aunque haya pasado a convertirse en su símbolo. Y es que la posible puesta en valor de la Tahona se sumaría a los equipamientos y atractivos ya existentes en la localidad, por un lado el Centro de Interpretación de la Resina, con horario estable sobre todo en los meses de verano, y con la propia Resinera, una de las dos refinadoras con que contó Nogarejas —la otra, la de García de Luis, está en ruinas—, y que también la junta vecinal tiene previsto habilitar para su visita. Se trata de una planta industrial básicamente moderna con su báscula, sus almacenes, su caldera a leña, sus montañas de toneles de madera y zinc, y sus alambiques y depósitos, donde puede comprenderse cómo la resina se calentaba y cómo de ella se extraía la miera y sus derivados, el aguarrás y la colofonia. Permaneció activa entre 1928 y 1990.