Diario de León

RELATOS DEL VIEJO REINO

Leyendas remotas para niños de hoy

Siete autores leoneses y otros tantos ilustradores se han puesto manos a la obra y han hecho de algunas de las leyendas más populares del viejo reino relatos aptos para ser ‘devorados’ por los niños (y los no tan niños) de nuestros días. Ondinas, lobos y guerreros mejores que cualquier ‘dibu’. .

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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La dama de Arintero, pionera leonesa de la lucha feminista; Guzmán el Bueno, cuyo histórico apodo divide a los que lo creen acertado y quienes le llamarían todo lo contrario; el topo destructor y descreído; la Vieja del Monte que hoy adopta el papel de Papá Noel cazurro... y así hasta siete leyendas muy arraigadas en esta tierra han sido reelaboradas por autores e ilustradores leoneses en Leyendas populares para chavales espabilados, el libro que acaba de publicar la editorial Rimpego.

Se trata de relatos traídos y llevados en ocasiones desde hace siglos pero que estos creadores han sabido trasladar al siglo XXI. Sol Fernández, Paz Brasas, Alfredo Marcos, Joaquín Alonso, Ricardo Chao, Camino Ochoa y Lola Figueira se han aliado con los dibujantes Miguel Ángel Martín, Luis Alberto Ramos, Consuelo Gallego, Toño Benavides, Ricardo Escobar, Fernando Noriega y Raquel Ordóñez para elaborar este luminoso y atractivo volumen. «El álbum comenzó a gestarse en la presentación de Cuentos de León narrados por... Varios autores estaban de acuerdo en hacer algo parecido para niños y jóvenes —explicó Joaquín Alegre, coordinador de la obra—. Si uno se detiene a repasar la oferta de libro ilustrado, comprobará la enorme desproporción entre el material importado respecto del oriundo. Nuestros chicos se tragan sagas nórdicas, centroeuropeas, rusas..., aventuras en el Amazonas, en África, en los Polos, en el espacio..., pero son ignorantes de su propia tradición. Creímos que teníamos una deuda pendiente con nuestros pequeños que había que saldar. Y digamos que fue una inercia colectiva, un empeño común».

En cuanto a las leyendas por las que tiene este veterano editor profesa un afecto especial, confiesa que la obra «nace con vocación de continuidad, con la intención de que a estas siete leyendas se vayan sumando algunas más. Pero, claro, la llave de ese propósito la tienen los lectores. Intentamos una selección equilibrada entre los factores que conforman nuestra cultura y nos salió esta baza: historia (Las cien doncellas, La dama de Arintero, la Gesta de Guzmán), arte (El topo de la catedral), tradición popular (La vieja del monte), tradición culta (Ondina Carissia) y tradición religiosa (El lobo de san Froilán). Elegir una de ellas es pura subjetividad y cambiante en el tiempo. Pero, para no esquivar la pregunta, hoy me decantaría por la del topo de la catedral, precisamente por lo mal que se entiende... Esta leyenda bebe del universo simbólico medieval donde una cosa es y a la vez representa. Creo que Sol ha sabido captar muy bien ese ‘de profundis’, actualizarlo y hacerlo digerible para los niños».

Preguntado por las diferentes maneras según las cuales han reelaborado estos autores las leyendas escogidas, el responsable del sello Rimpego cree que ese «es uno de los grandes valores del libro». «Cada autor ha adoptado un enfoque original, propio; pero, a la vez, todos han vivificado la historia siendo profundamente respetuosos con la arquitectura de la leyenda. Y parecido camino han seguido los ilustradores, con tesituras artísticas distintas y armonizadas en una partitura común de modernidad y respeto. Y que en León podamos hacer un libro así, sin salir del pueblín, debería hacernos pensar —con toda humildad— que algo tendrá el agua de esta tierra». Pero, además, no comparte «ese empecinamiento en etiquetar por edades los libros». «Mira, no hay cuento más maravilloso que aquel que te leen tu abuelo o tu abuela, tu madre o tu padre. Hay que clamar porque se vuelva a leer a los niños. No hay play que pueda superar esa sensación».

Y así, Joaquín Alegre daría por bueno el mucho trabajo invertido en esta obra «si esos muchachos nuestros, atrapados por lo foráneo, descubrieran que también su tierra tiene algo que decirles, algo con qué deslumbrarles. Y, ojo, esto no quiere decir que no sean ciudadanos del planeta y que no se sientan atraídos por la buena literatura de otros lares; sino que tengan un punto de referencia, un anclaje existencial. Y que sepan que si una sirena mediterránea seducía a Ulises, otra lo hacía con un romano en el Bierzo; y que si una guerrera china luchaba contra los hunos, la dama de Arintero también entró en batalla con una hueste leonesa. Nunca más que nadie, pero sí al menos como ellos».

¿Es que, de modo creciente, la literatura oral está siendo sustento para obras de creación actuales? «Eso es algo que los maestros Mateo y Merino nos han repetido hasta la saciedad: las grandes literaturas se asientan en la tradición. Pero nosotros nos hemos empeñado en asomarnos al balcón a ver qué pasaba (no fueran a llamarnos paletos), sin darnos cuenta de que lo sustantivo ya había pasado en nuestra cocina, mientras las mujeres filaban».

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