DANI MARTÍNEZ HUMORISTA
«La clave es tratar al público como si fuera un colega tuyo»
Lugar: Auditorio Ciudad de León.
Hora: 21.00 (hoy y mañana).
Entradas: 18,70 euros.
E. GANCEDO | LEÓN
Ocurre con Dani Martínez que, después de cruzar con él ocho o diez palabras, a uno le parece estar hablando con un amigo de la infancia. O incluso haber salido con él de fiesta. Pero eso es porque el humorista, presentador y actor es un paisano transparente, pura retranca cazurra con denominación de origen, y no sabe vivir de otro modo. «Necesito ser yo al cien por cien en todo lo que hago», dice quien hoy y mañana ‘juega en casa’ con Ya lo digo yo, «el espectáculo más completo que he hecho hasta el momento», como asegura.
—¿En qué momento concreto dijiste «no sé cómo, pero yo me quiero dedicar a esto»?
—¿Dedicarme a esto? Desde niño. Yo tenía 9 o 10 años y veía aquel programa mítico de Cruz y Raya en La 1 y les imitaba, imitaba sus personajes. Y mi madre escuchaba El jardín de los bonsáis en la radio, y yo decía «¡si yo sé hacer eso, yo quiero hacer lo que hacen ellos!», pero claro, estaban en otro mundo, yo sólo era un chaval de León y sentía que no podía llegar hasta ahí.
—¿Y en qué otro momento dijiste «vaya, pues sí que puedo dedicarme a esto...».
—Pues cuando me llamó Pilar Socorro para colaborar en RNE después de escuchar un programa de radio de mi pueblo, Hospital de Órbigo, donde había puesto yo cuatro voces. Y ya estando en Madrid me dije: «¡Joder, pero si estoy viviendo de esto!». Pero claro, el camino hasta aquí ha sido duro...
—Dejaste la carrera... ¿Cómo se lo tomaron en casa?
—Había empezado Filología Hispánica en León y en segundo lo dejé, vi que eso no era para mí. En casa se lo tomaron mal, claro. Pero es que es difícil que entienda esta profesión alguien que no pertenece a ella... Mi madre quería que yo sacase una oposición, no te digo más. Luego, vistos los resultados, pues ya mejor.
—¿Qué apoyos clave tuviste en aquella etapa?
—Primero Pilar Socorro, que hacía Pilar con Pilar en Radio Nacional. Y estando allí empezaron a decir que había otros que también imitaban, que había que prescindir de mí... y ella les convenció para que siguiera. Aunque me pagaban la mitad, y con esa mitad en Madrid no podía vivir, claro. Bueno, pues ella me metió en su casa. Me ahorraba la comida, el alquiler... Y el otro fue Flo, claro. Con él cambió todo.
—¿Cómo fue ese encuentro?
—Fui a un programa que tenía Flo con Josema Yuste a hacer un sketch porque él me había oído en la radio, un día con Juan Ramón Lucas, y había apuntado en notas del móvil: «Dani Martínez hace voces de puta madre». Después me llamó para Tonterías las justas pero me quería solo para doblar vídeos, y yo le dije: «Ya, lo que pasa es que yo tengo una idea para hacer pantalla...». «Ah, pues vente y lo hablamos», contestó, y después de tres días conviviendo en redacción dijo: «Quiero que Dani presente el programa conmigo».
—Tú alucinarías...
—Claro, porque que un tío como Flo, que es una estrella, que es su programa, que normalmente una estrella lo que quiere es brillar, decida que un chaval va a presentar con él... pues demuestra una generosidad muy, muy inusual. Y a partir de ahí había un chiste bueno y decía «no, este que lo haga Dani». Y claro, al final te empuja tanto que te lleva a creer más en ti mismo. Y empecé a hacer más cosas, a presentar, a hacer secciones...
—Flo da la impresión de ser igual a como se ve en pantalla.
—Total. Es la persona más igual dentro y fuera que conozco. Flo es idéntico, y creo que nos parecemos mucho en eso. El humor que hacemos con nuestros amigos es el que hemos trasladado a la tele. Las frases, las expresiones que yo utilizo en la tele son las que empleo con mi grupo de amigos, es la ironía de León que uso todos los días.
—Quizá sea porque, cuando algo es verdad, lo es siempre y en todas partes...
—Eso es una clave, tío, es así. Cuando iba a Tonterías con Flo, Ana y los demás, yo veía a mis colegas. Me sabía el nombre del cámara, del realizador, habíamos creado una familia. Cuando ves un programa que es como hermético y encorsetado... pues no te llega. Y es el éxito de La vida moderna, por ejemplo, que quieres formar parte de eso, de ese grupo de amigos.
—Cuando terminó ‘Tonterías’ hubo un cierto bajón colectivo.
—Sí, alcanzó niveles muy altos. Flo me decía que éxitos al nivel de Tonterías las justas es muy dificíl tener dos en una carrera... Recuerdo venir a Astorga a hacer lo de la ‘gamba’ y haber allí 12.000 personas en la calle, todo el mundo volcado, con camisetas con nuestras caras... Pero mira Flo, estuvo en el ‘Mississipi’, un boom, y en El Informal, otro boom. Yo reseño de mi carrera Tonterías, Tiempo de juego y Aida, la mejor serie de comedia española. Haber formado parte de ese elenco, en dos temporadas, para mí fue algo increíble.
—Hasta has puesto de moda formas de aquí, el ‘-aco’ ese es muy de la zona de Astorga.
—El chistaco, sí. Luego a mí me pasa mucho que a la gente le hace gracia mi forma de hablar de León, y yo salto: «¿Por qué? ¡Si yo hablo así!» El ‘-ín’, el ‘-ina’. Ahora en el concurso digo: «Te voy a dar una pistina a ver si aciertas, hijo». Y ojo que la madre de Flo es de un pueblo cerca de Astorga, Tejados.
—Formáis una ‘troupe’ farandulera leonesa considerable...
—Pues sí, y creo que si algo nos une a Manolo Quijano, a Jesús Calleja, a Leo Harlem y a mí es la naturalidad a la hora de tratar con la gente, que no hacemos ningún personaje. El leonés tiene eso en el trato. Que hablas a todo el mundo como a quien te cruzas en el pueblo. Yo la tele la trabajo siempre desde la verdad. Entrevisto a Alejandro Sanz y le trato igual que al del bar al que voy todos los días. Necesito ser yo mismo, al cien por cien, en todo lo que hago. Por ejemplo, la ficción me gusta y estar en Aída fue una gran experiencia, pero ahí ya no eres tú sino un personaje. Al final, el entretenimiento en directo me gusta más por su espontaneidad, su vértigo.
—¿Qué nos puedes contar de ‘Ya lo digo yo’?
—Que es el espectáculo más completo que he hecho en mi vida. Doblo en directo, improviso, imito voces, pongo vídeos, hay música, ¡canto!, tiene momentos muy teatrales... Cada cinco minutos pasa algo diferente y ya te digo que el 50% es improvisación pura y dura, empatía con la gente. Eso a mí me presta mucho. La clave es tratar al público como si fuera un colega tuyo.
—Te habrá pasado de todo.
—Pues sí. En uno que hice con Flo en Sevilla, de repente no entraba un vídeo y nos pusimos a improvisar. «No entra el vídeo pero ayer sí que entraban los gin-tonics, ¿eh?». Y a la salida nos dijeron unos: «Oye, qué guay cuando hacéis lo del vídeo, le da como frescura». Eso es algo que aprendí de Flo, que hay que hacer, del error, virtud.
—¿Dónde te ves dentro de, pongamos, veinte años?
—Hay una disciplina en la que me vería bastante: me gustaría acabar en la radio, que es precisamente donde empecé.
—Y León, siempre ahí.
—El realizador de El concurso del año, donde estoy ahora, me tiene contabilizadas las veces que digo León en el programa y le salen dos de media.