Diario de León

La Catedral tardará siete años en salvar las vidrieras

La restauración de uno de los mejores conjuntos de vidrieras del mundo comenzó en 2005 y costará alrededor de 10 millones de euros La taquilla paga la factura.

Miembros del equipo de restauración de las vidrieras durante el montaje de un vitral ya restaurado. JESÚS F. SALVADORES

Miembros del equipo de restauración de las vidrieras durante el montaje de un vitral ya restaurado. JESÚS F. SALVADORES

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verónica viñas | león

El Sueño de la Luz tardará al menos siete años en cumplirse. Así se denominó la magna empresa de restaurar los 1.800 metros cuadrados de vidrieras de la Catedral de León o, lo que es lo mismo, 737 piezas, tres rosetones de ocho metros de diámetro, 31 ventanales de doce metros de altura y 48 espacios de diverso tamaño.

Al final, habrán transcurrido 20 años para salvar uno de los mejores conjuntos de vidrieras del mundo. Del proyecto que iniciaron tres ‘socios’, Junta de Castilla y León, Caja España y Cabildo, pronto se descolgó la entidad de ahorro; y en 2013, también la Consejería de Cultura. Ahora es la entrada que pagan los visitantes la que sufraga la rehabilitación adjudicada desde el principio a la empresa Esoca. «Cada metro cuadrado de vidriera cuesta 5.000 euros», revela Mario González, administrador de la Catedral.

La recuperación de cada vidriera es un trabajo minucioso, desde el desmontaje, el traslado al taller, la reparación y la recolocación en su lugar original, así como la reparación de la piedra en la que se encaja el vitral. Desde que se inició El Sueño de la Luz las vidrieras ya rehabilitadas no están ‘a la intemperie’, sino encerradas en una especie de cámara isotérmica, con cristales por ambos lados. La misión de estos ‘acristalamientos’ es evitar que la lluvia, los cambios de temperatura y otros agentes atmosféricos deterioren unas cristaleras que han sobrevivido ocho siglos.

Vidrieras enfermas

Los últimos informes fueron demoledores. El deterioro de las vidrieras se ha intensificado en los últimos años por la contaminación atmosférica y otras patologías. La alteración de los vidrios se inicia con la presencia de humedad en la superficie y la aparición de otros agentes químicos como consecuencia de vertidos industriales, incrementándose a partir del siglo XIX los ataques químicos, según un estudio de la Junta. Además de suciedad, las vidrieras sufren la oxidación de los elementos de sujeción de los paneles. Uno de los momentos más decisivos en la restauración de las vidrieras fue la reparación de N-XII, es decir ‘La Cacería’, una de las más antiguas y compendio de todas las patologías. En mayo de 2008 se instalaba tras ser restaurada El árbol de Jesé, una de las vidrieras más sobresalientes de la Catedral, sobre la que los historiadores no se ponen de acuerdo. Los investigadores se dividen entre quienes creen que fue realizada para estos ventanales y los que defienden que procede de una de las capillas de la girola, quizá la central, en la que hoy luce la representación de la Epifanía, obra renacentista de Rodrigo de Herreras. Lo único cierto es que su actual disposición fue elegida durante las restauraciones decimonónicas. Desde aquella magna restauración llevada a cabo en el siglo XIX por los arquitectos Juan Bautista Lázaro y Demetrio de los Ríos en la Catedral, los vitrales no se habían tocado. Los dos arquitectos recompusieron en siete años todos los vitrales, pero nadie volvió a ocuparse de ellos hasta que en 1995 Zurdo retomaba los trabajos de aquellos intrépidos arquitectos, a quienes cabe el mérito de haber preservado la totalidad de vidrieras originales sin emplear métodos que ocasionaran graves daños para su conservación futura.

La Catedral lleva ocho meses tapada por una lona. En este tiempo sólo se ha desmontado el gran rosetón, pero no ha comenzado su restauración. Mario González no se aventura a dar plazos del tiempo que aún permanecerá ‘tuerta’ una Catedral cuya fachada principal permanece sin estatuas desde hace una década. El Cabildo tiene pensado restaurar el próximo año la vidriera N-XVI.

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