Tres pretendientes para San Isidoro

A la Fundación Montemadrid se le agota el tiempo. El 20 de noviembre cerró el plazo de presentación de ofertas para restaurar el museo de San Isidoro y aún no ha tomado una decisión. Fuentes de la fundación confirman que su intención es iniciar a finales de febrero las obras, cuyo presupuesto de ejecución asciende a 975.891 euros. Sobre la mesa tiene tres firmes candidatas: la empresa leonesa Decolesa, la zamorana Rearasa y la barcelonesa Urcotex.

Decolesa llevó a cabo la excavación del atrio de San Isidoro, la restauración de la fachada principal de la colegiata y la limpieza de los muros de la iglesia. Rearasa trabaja actualmente en la rehabilitación del claustro Fonseca, cuyas obras, por importe de 407.710 euros y un plazo de ejecución de doce meses, financia la Junta de Castilla y León. La tercera empresa en liza es la catalana Urcotex, que recientemente restauró la fachada de la basílica de Santa María del Mar, inmortalizada por Ildefonso Falcones en su novela La catedral del mar.

Las obras de ampliación del museo coincidirán con la rehabilitación del claustro, donde comenzaron los trabajos justo al tiempo que finalizaba la reparación de las pinturas de la Cámara del Tesoro, arrancadas a mediados del siglo pasado, enrolladas en papel de periódico y olvidadas durante años en la capilla de La Magdalena.

MÁS METROS, NUEVOS ESPACIOS

El nuevo museo no solo pasará de 1.200 a 3.200 metros cuadrados, sino que permitirá abrir espacios hasta ahora vedados al visitante, como la escalera renacentista y las galerías altas del claustro.

Otro de los alicientes de la reforma, encargada al arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade, premio Nacional de Restauración y autor del Museo de la Alhambra y de la reforma del Museo Arqueológico Nacional, es el acceso al adarve de la muralla que discurre por Ramón y Cajal.

El proyecto museográfico, cuyo coste asumirá la Fundación Montemadrid, y que lleva más de una década de retraso, incluye un plan de gestión de todo el conjunto monumental. Las nuevas salas permitirán exhibir con mayor dignidad los tesoros medievales más importantes de Europa y mostrar muchas piezas que, por falta de espacio, no están expuestas al público, como el Pendón de San Isidoro o el ajuar funerario de la infanta doña María.

No deja de ser chocante que la joya del románico, donde se celebraron en 1188 las primeras cortes parlamentarias de la historia y donde Alfonso V promulgó hace mil años el Fuero de León, no disponga de ninguna sala que recree dos acontecimientos tan excepcionales, que pasan desapercibidos para los 150.000 visitantes que anualmente entran en el museo.

Con la reordenación de toda la colegiata el museo se extenderá por el claustro procesional o claustro Fonseca. Aparte de la eliminación de obstáculos, como la complicada escalera de caracol que daba acceso a la Cámara de Doña Sancha y la biblioteca, la concepción museográfica cambiará por completo.

A Rodríguez Frade le sedujo desde el primer momento «ese poder que tienen algunos espacios históricos de transportarte a otra época y de poder entender a través de sus piedras una historia real y de gran valor que ocurrió hace no tanto».

LA MORADA DE LOS REYES

El Panteón Real, considerado la Capilla Sixtina del románico, que apenas se ha tocado en décadas, mostrará con mejor iluminación y sin barreras arquitectónicas, los espléndidos frescos que decoran la sala en la que descansa la monarquía leonesa. «Estamos ante una de las operaciones patrimoniales más importantes de cuantas se han hecho en España», dijo durante la firma del convenio con la Junta y el Cabildo, José Guirao, director de la Fundación Montemadrid hasta su nombramiento como ministro de Cultura.

La reforma del museo pondrá fin a la magna restauración de San Isidoro iniciada en 2001 con la restauración de la Torre del gallo y el asombroso descubrimiento de que la veleta era de origen persa-sasánida del siglo VI y, por tanto, muy anterior a la construcción de la primitiva iglesia que dio origen a la actual colegiata.