Un arcón de canciones, cuentos y romances

«Yo nací en un pueblín que, cuando íbamos al molino, no podíamos decir de dónde éramos porque se nos paraba la burra. Valdeali-so. ¡Y se paraba la burra!». Era imposible hablar con Aurora González Zapico, Aurorina, sin que un verdadero torrente de anécdotas, dichos, refranes y sucedidos brotara de su boca para sorpresa y admiración del interlocutor no avisado. Y romances. Y cuentos, alguno de ellos antiquísimos, que llamaron poderosamente la atención de los etnógrafos. Y, sobre todo, canciones. Aurora González, fallecida ayer a los 82 años de edad, era un verdadero arcón de memorias, un tesoro para la cultura tradicional leonesa. Tanto, que su nieto el conocido músico de folk Rodrigo Martínez, integrante, entre otras formaciones, del grupo Tarna, y quien tanto aprendió de la ‘güela’, le produjo un disco homónimo en el que Aurora entonaba temas de lo más sugestivo.

Un aguinaldo, una nana, una tonada de pandereta, una retahíla, una canción de trabajo, una asturianada muy extendida por León como es la del xilguerín, un romance, el de Santa Elena, y canciones de tanto sabor local como El raposín, El diablo y el pastor, El mandilón o la curiosísima Leonesana, así como un cuento popular que José Luis Puerto ha ensalzado por su rareza y antigüedad, El árbol de los toronjos, formaban parte de ese álbum que Diario de León entregaría más tarde a sus lectores, en enero de 2015.

Y es que la relación de Aurora, nacida en Valdealiso en 1936 y residente en Puente Castro, donde era muy apreciada, con el decano de la prensa leonesa viene de lejos. Trabajaba en un bar cercano a la antigua redacción del periódico en la calle Pablo Flórez y allí sirvió muchos desayunos a periodistas y operarios. Recordaba todo, hasta las voces de los vendedores de prensa callejeros de la época: «¡Ha salido el Diario de León, con una hoja más! ¡Un coche ha chocado contra un poste, el coche ha sido llevado a la casa de socorro y el poste a la comisaría!». Y un pícaro padrenuestro con Franco de protagonista, y la esquela de la patata, y mil cosas más que recitaba de memoria esta mujer, tan alegre como trabajadora, emigrante en Suiza y siempre colaboradora en la animación cultural de su barrio.

La iglesia de San Pedro de Puente Castro acoge hoy la misa de funeral, a las doce y media, y el sábado habrá otra en su pueblo natal de Valdealiso, a las cinco de la tarde.

Y en el aire quizá flote una de las mil canciones de Aurorina...