Diario de León

INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

Una excavación desvelará si Marialba fue un palacio imperial

José Avelino Gutiérrez, de la Universidad de Oviedo, pretende descubrir si la basílica paleocristiana era en principio un edificio vinculado a la Legio VII ■ El ADN permitirá resolver el misterio de las tumbas infantiles.

Una vista del yacimiento de Marialba de la Ribera.

Una vista del yacimiento de Marialba de la Ribera.

León

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No hay que dar nunca la historia por cerrada. La iglesia de Marialba de la Ribera fue antes romana que cristiana. La última excavación en el yacimiento de Marialba de la Ribera, cuyos resultados lleva desentrañando desde hace una década José Avelino Gutiérrez González, catedrático de Arqueología de la Universidad de Oviedo, han decidido a su equipo a llevar a cabo nuevas prospecciones, previsiblemente, a partir de junio, financiadas por la Diputación de León, que sufraga también la construcción del museo que preservará los restos aparecidos hasta la fecha.

«Hay que desterrar el concepto de que Marialba es la basílica paleocristiana más antigua». Y es que el edificio de 23 metros de largo por 14 de ancho se erigió en el siglo IV vinculada a la Legio VII. «Esto no le quita importancia». Todo lo contrario. La nueva excavación pretende resolver si antes que iglesia Marialba fue originalmente un palacio imperial romano. Las catas se centrarán en el perímetro exterior del templo, donde las prospecciones geofísicas de 2009 detectaron varias construcciones de envergadura en la zona Norte del yacimiento.

En la anterior campaña, sufragada por la desaparecida Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, el catedrático asturiano encontró numerosas evidencias que vinculan la basílica de Marialba con la muralla tardorromana de la capital leonesa. La pregunta es obvia: ¿Qué función tenía este edificio? José Avelino Gutiérrez piensa que podría tratarse de un gran centro de poder de la Legio VII. De confirmarse esta hipótesis, Marialba sería un enclave más excepcional de lo que se creía hasta ahora.

«Desconocemos más de lo que sabemos», admite el profesor asturiano. Sin embargo, una década da para mucho y las investigaciones han permitido desentrañar otros ‘secretos’. El arqueólogo asturiano ha revisado tanto los resultadas de la campaña de 2009 como los de la expedición de 1967 abanderada por Helmut Schlunk, del Instituto Arqueológico Alemán. Gracias a un proyecto nacional de I+D en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid, José Avelino Gutiérrez ha llevado a cabo un complejo estudio de los enterramientos descubiertos en el yacimiento de Villaturiel. En primer lugar, se han hecho dataciones por carbono 14 para determinar la antigüedad de las inhumaciones. Y han conseguido la secuencia cronológica de 240 tumbas. «Los muertos hablan», dice el investigador. Lo cierto es que los esqueletos —desde época romana hasta la Alta Edad Media— han proporcionado información extraordinaria sobre las costumbres alimenticias, la actividad laboral y la demografía de este enclave; en definitiva, sobre el modo de vida de las poblaciones medievales. En las tumbas más antiguas, de los siglos VII y VIII, a los difuntos se los enterraba con una jarrita con líquido y con su armamento. En la Alta Edad Media, explica el arqueólogo asturiano, desaparece esa costumbre, pero, en cambio las fosas son antropomorfas (con forma humana).

Los objetos encontrados dan idea de la importancia de Marialba, que en época tardoantigua ya recibía productos del Mediterráneo, marfiles y azabaches. De época Alto Imperial han aparecido numerosas muestras de cerámicas islámicas.

Pese a todo aún quedan muchas preguntas: los orígenes del edificio, cuándo, cómo y por qué se construye, si estuvo asilado y si era un aula palaciega y se le da un uso bautismal a partir del siglo VI. La lectura del subsuelo hace una década en un área de 8.000 metros cuadrados dio las primeras pistas sobre un enclave que parece más complejo que una basílica aislada. A 200 metros de ella aparecieron grandes construcciones que llamaron la atención de los arqueólogos. Todo apunta a que se trataría de edificios notables, en consonancia con la propia basílica.

Ya entonces se anunció que las dimensiones de este complejo urbano inédito podrían corresponder a una ‘ciudad’ tardorromana o a un enclave militar, teniendo en cuenta que en la construcción de la basílica se reutilizaron fragmentos de tejas con el sello inconfundible de la Legio VII. Las investigaciones —dice el catedrático de Oviedo— no han parado, aunque la labor «ha sido más silenciosa».

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