Diario de León

MUESTRA ITINERANTE

Rubens frente al leonés Dorda

Pallarés acogerá una obra cedida por El Prado La pieza del mes es un retrato del artista leonés que triunfó en Nueva York.

Retrato de Beatrix von Heeren, de Enrique Dorda. DL

Retrato de Beatrix von Heeren, de Enrique Dorda. DL

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El Museo de León recibirá en junio la exposición De gira por España, la muestra itinerante promovida por el Museo del Prado con motivo del segundo centenario de la institución y que trae a la capital leonesa una obra de Rubens. Los leoneses podrán disfrutar del 17 de junio al 14 de julio de Ceres y dos ninfas, un cuadro creado por Pedro Pablo Rubens (1577-1640) y Frans Snyders (1579-1657). Se trata de un óleo sobre lienzo de 2,24 por 1,66 metros cuya creación se inició en 1615 y se finalizó dos años más tarde.

La identificación de los personajes hizo que la pintura recibiera diferentes nombres como Ceres y Pomona o Ceres y dos ninfas. La representación de la pintura está perfectamente integrada en la composición, pintada con una calidad y un colorido característicos de este animalista flamenco. La pieza se podrá visitar en la sala de exposiciones temporales del edificio Pallarés.

Además, con motivo de la publicación del monográfico El pintor Enrique Dorda. De León a Nueva York, el Museo de León destaca como pieza del mes de junio un retrato realizado por dicho artista procedente de la colección María Concepción Gago, depositada en la institución leonesa. Se trata de un pastel sobre cartulina adherido a un lienzo que retrata a Beatrix von Heeren de niña, miembro de una familia aristocrática de la que poco se sabe aparte de que pasaría largos períodos de tiempo en Biarritz, destino francés muy frecuentado entre el siglo XIX y XX por las clases adineradas. El autor, Enrique Dorda, nació en León en 1886 y su especialidad en retratos de príncipes, infantas y demás niños de la aristocracia le granjeó el apodo de «pintor de los niños». Esa fama saltó al otro lado del Atlántico cuando aceptó encargos de las clases pudientes cubanas en La Habana y poco después, en 1928, en Nueva York, una visita fortuita camino a España resultó clave para su consagración como retratista. Instado por un periodista que desea mostrar su pericia como pintor, retrató al nieto pequeño de Adolph Ochs, director del New York Times, que tras verlo le corona como «artista excepcional» en su periódico. A partir de aquí, los encargos por parte de personalidades de Wall Street, millonarios y familias ilustres de América y Europa se multiplican.

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