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fue el primer museo de la provincia

El Museo de León cumple 150 años

Abrió sus puertas el 6 de junio de 1869 en el convento de San Marcos y desde entonces ha reunido una de las mejores colecciones, con más de 40.000 piezas.

El edificio Pallarés, diseñado por Cárdenas en 1922, acoge el Museo de León desde 2007. RAMIRO

León

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Fue el último bastión de la República. La noche del 20 de julio de 1936, cuando las tropas sublevadas controlan ya prácticamente toda la ciudad, un puñado de obreros y sindicalistas resiste en San Marcos. Asediados por la Guardia Civil, llegaron a lanzar objetos del museo antes de escapar. Meses después, la joya del plateresco se convertiría en uno de los campos de concentración más crueles del franquismo. El episodio revela la azarada vida del Museo de León, que el 6 de junio de 1869 abría sus puertas al público en aquel edificio. Los comienzos también fueron agitados.

La creación en 1844 de la Comisión Provincial de Monumentos, integrada por historiadores e intelectuales de la época, como Patricio de Azcárate, Ramón Álvarez de la Braña, Velázquez Bosco y Fidel Fita, fue el germen del primer museo de la provincia. Estos prohombres no solo adelantaron el dinero para poner en marcha el museo, sino que con él intentaron frenar el expolio de obras de arte, imparable tras la desamortización de los bienes eclesiásticos.

Gracias a Fidel Fita, el Museo de León tiene la mejor colección epigráfica del país junto a las de Tarragona, Mérida y el Arqueológico Nacional. En 1906 brigadas de operarios tiraban a golpe de maza la muralla romana. Los cubos se habían convertido en un obstáculo para la moderna vía que uniría las salidas hacia Asturias y Santander, paradójicamente llamada la «carretera de los cubos». Fita, uno de los grandes epigrafistas de la época, así como el historiador Gómez Moreno, que por entonces se hallaba en León, logran salvar las lápidas romanas usadas en la construcción de la fortificación y que los restos de los cubos demolidos no acaben en una escombrera. Pallarés atesora hoy alrededor de 160 estelas romanas y vadinienses.

La colección irá creciendo con los hallazgos de yacimientos arqueológicos como el de Lancia.

UN MUSEO EN UNA FERRETERÍA

Cuando el museo llevaba un año abierto la Diputación vislumbró su potencial y se ofreció a ‘tutelarlo’ con la condición de que todos los objetos pasaran a ser de su propiedad. Así se explica que el museo se instale en 2007 en Pallarés, inmueble comprado por la Diputación en los años 80. El edificio, diseñado por Cárdenas en 1922 como almacén de ferretería, sufrió una auténtica operación de cirugía estética. La reforma, obra del arquitecto Andrés Lozano, le costó al Ministerio de Cultura 15,8 millones de euros, a los que hay que sumar —hasta un total de 16,5 millones— la restauración de todos los objetos que se exponen y la rehabilitación de las otras dos sedes anexas al Museo de León: tres salas de San Marcos y la villa romana de Navatejera. Hoy es un museo estatal gestionado por la Junta. Aparte de San Marcos y antes de asentarse definitivamente en Pallarés, el Museo Arqueológico Provincial desfiló por la Casona del Peregrino y la casa de Sierra Pambley que hoy es sede del Procurador del Común.

RAREZAS CHINAS

El museo que dirige Luis Grau atesora entre 35.000 y 40.000 objetos dignos de mención; y es que algunos años recibe más de 2.000 piezas procedentes de excavaciones. Entre las más sorprendentes, varias porcelanas chinas de importación del siglo XVI. Las piezas, aparecidas en excavaciones en la ciudad de León, pudieron ser localizadas gracias a los sellos del emperador Jiajing, de la dinastía Ming (1369-1644). Pero no solo de yacimientos vive el museo. Las donaciones suponen el 30 por ciento de los fondos.

El museo ha contado con mecenas desde sus comienzos. En 1879 Mariano Brezmes y Arredondo, obispo de Astorga, regaló al Museo de León la valiosa Cruz de Peñalba, del siglo X. Un hecho que hoy sería insólito, como reconoce Grau. Sin embargo, una familia está a punto de ceder al museo cinco piezas «extraordinarias», que se exhibirán previsiblemente en una exposición dentro de unos meses. Otro mecenas ha cedido una valiosa tabla del Maestro de Astorga que el museo pretende enviar al Centro de Conservación de Simancas para su restauración.

Las donaciones del Estado y la Junta se paralizaron con la crisis. En 2007 el Estado compraba en una subasta dos tallas románicas pertenecientes a una iglesia de la comarca de Astorga que nunca han sido mostradas al público y que podrían exhibirse en una exposición que prepara el museo para celebrar sus 150 años de historia con fondos inéditos, piezas arqueológicas recientes y obras restauradas o recatalogadas.

En 2011 la casa de subastas Balclis puso a la venta la tabla Santa Bárbara y Santa Lucía, por 30.000 euros; y San Antonio de Padua, por otros 16.000 euros, ambas compradas por la Junta y hoy en el Museo de León. Asimismo, la Junta adquiría en 2013 a la casa Ansorena El banquete de Herodes, obra del Maestro de Palanquinos —cuyo discípulo destacado habría sido el Maestro de Astorga—. La pintura era una de las doce tablas del retablo de la iglesia de San Juan de Valencia de Don Juan, derribada en 1970.

Un sello del Papa Gregorio (del siglo XIV), decenas de corazas romanas y hachas del Neolítico se encuentran entre las últimas adquisiciones. Entre las donaciones más curiosas de los últimos años hay que citar un tesoro de 326 monedas medievales, localizado por investigadores de la Universidad de León en la cueva del Oso, un lugar sumergido bajo las aguas del pantano de Riaño, y habitado en el Paleolítico Medio.

Otros tesoros que se han incorporado a los fondos de Pallarés son las copas concejiles o bernegales de Portilla de la Reina, con las que los concejos abiertos celebraban esta práctica ancestral. También una gargantilla de oro y azabache descubierta en la ciudad romana de Ad Legionem (Puente Castro); así como el collar de dientes de ciervo que portaba uno de los dos esqueletos de hace 7.000 años hallados en una cueva de La Braña-Arintero.

UN TESORO DE MEMBRILLO

Si todas las piezas tienen una historia, la del llamado Depósito de Valdevimbre es de las más sorprendentes. Se trata de una punta de lanza con su regatón, dos puñales, dos hachas, una sierra y un yunque fechados en el año 1.250 antes de Cristo y suponen el tránsito entre el Bronce Medio y el Final. Este tesoro fue descubierto en 1925 por un capataz que trabajaba en la carretera y lo cedió al boticario del pueblo. Años más tarde, sus descendientes (familia García Tabares) entregaron el tesoro tras encontrarlo en una caja de membrillo.

A lo largo de seis pisos —dos sótanos, baja y tres plantas— discurre la historia de la provincia, desde los primeros pobladores a la edad contemporánea. Tallas, esculturas, elementos arquitectónicos de ornamento, lápidas, monedas, óleos, mosaicos, joyas, piezas arqueológicas, documentos, libros, fotografías, mobiliario, maquinaria... Es como un viaje en el tiempo. A diferencia de otros museos arqueológicos, el de León posee una valiosa pinacoteca de muy variadas épocas históricas, con obras que van desde los citados maestros de Astorga y Palanquinos, a Nicolás Francés, así como óleos de Sorolla y Regoyos, por citar algunos.

La gran desconocida es la biblioteca, que atesora volúmenes excepcionales, o el taller de restauración, el único estable que funciona desde hace 25 años.

El Museo de León en sus inicios en San Marcos. ARCHIVO

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