Diario de León

LA OTRA VIDA DE LA MINA

El Pozo Julia convertido en galería... de arte

David Colinas transforma las instalaciones de la antigua mina emblemática de Fabero en un ‘monasterio laico’ de arte con obras en vestuarios, duchas, servicios y zonas de trabajo que ocuparon los mineros

David Colinas en uno de los servicios que utilizaban los mineros en el Pozo Julia y que ha convertido ahora en galería de arte. ANA F. BARREDO

David Colinas en uno de los servicios que utilizaban los mineros en el Pozo Julia y que ha convertido ahora en galería de arte. ANA F. BARREDO

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SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN
León

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Antes era bullicio, ahora estallido de silencio. Impactan los lugares vacíos donde antes había ruido, cascos, focos, martillos, monos, botas y polvo negro de carbón que todo los cubría. Ahora, se cubren esos espacios con obras de arte. Hay un silencio monacal, de mortal abandono, la calma de una fuga forzada, como si el tiempo se hubiera detenido en aquel fatídico día en que todo acabó.

Porque el Pozo Julia era una galería de tipos humanos que bajaban a las entrañas de la tierra para arrancar un tesoro azabache formado en el paleozoico, que alimentó el calor de los hogares y movió las ruedas y turbinas de las industria hasta que se convirtió en el demonio negro.

A ese pozo se bajaba desde un castillete que precipitaba las jaulas a 275 metros de profundidad, donde el calor se funde con el sudor y el aire se hace pesado, casi irrespirable. Fue el emblema de Fabero, de su fundador Diego Pérez Campanario y de Antracitas de Fabero SA. Del tajo vivían 4.000 trabajadores, que fueron quedando en nada. Y en menos quedó la mina, una reliquia para visitar como si de un parque de dinosaurios se tratara, un museo de otra época, de una forma de vida que quedó colgada.

En esas instalaciones, el artista David Colinas ha colgado su instalación. 80 cuadros repartidos entre los servicios, salas de compresores, vestuarios, las salas donde antes colgaban los monos y las linternas de los mineros que señalaban no sólo el fin de la jornada sino que todos habían salido del pozo, y duchas recreadas a la manera de las celdas de los monjes cistercienses.

El silencio impactó a Colinas, que nunca se había acercado tanto a una mina. Tal vez por eso ha concebido la galería de arte en este espacio industrial a semejanza de un monasterio laico, de un convento lleno de murales. Todo repleto de ángeles y demonios, seres fantásticos que imprimen un carácter casi sagrado al espacio, homenaje a los antruejos, pintura expresionista en un lugar donde el tiempo se ha detenido en un fatídico minuto. Quería David Colinas sacar su obra de las salas de arte y lo ha conseguido. Se puede ver desde hoy, que se inaugura, hasta el 25 de agosto. En el Pozo Julia. Historia en negro de la maldición del carbón. Galerías de antracita convertidas en galería de arte.

La instalación artísitica de David Colinas en el Pozo Julia de Fabero. FOTOS: ANA F. BARREDO

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