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CONGRESO EN ASTORGA

León rescata a escritoras sumisas y silenciadas

La Casa Panero dedica un congreso del 24 al 26 de este mes sobre las autoras de posguerra. Los expertos recuperan a Felicidad Blanc, Carmen de Icaza o Dolores Medio

Cartel del congreso ‘Palabra de mujer’, que se celebrará en la Casa Panero este mes. DL

León

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Carmen Martín Gaite, Carmen Laforet, Ana María Matute o la leonesa Josefina Aldecoa fueron una excepción. Abrirse paso en el mundo literario en los años cincuenta era una misión casi imposible para las mujeres en la España franquista. El olvido ha caído sobre el resto. La Casa Panero quiere reivindicar a estas escritoras ‘perdidas’, empezando por Felicidad Blanc, la ‘madrastra’ de los Panero.

Entre el 24 y el 26 de este mes la capital maragata reúne a más de una treintena de expertos de todo el mundo en el congreso Palabra de mujer: entre la sumisión y la emancipación (narradoras de posguerra). El tema resulta tan atractivo que ha despertado el interés de estudiosos de Argelia, China, Boston, Silesia, Amsterdam, Missouri o Belfast. Todo surgió a raíz de la compilación de los cuentos de Felicidad Blanc. La mujer de Leopoldo Panero publicó diecisiete cuentos entre 1949 y 1990. Sergio Fernández Martínez, profesor del departamento de Filología Hispánica de la Universidad de León, tuvo la paciencia de rastrearlos por revistas y publicaciones desaparecidas. Y lo que empezó como una investigación terminó en un libro, titulado Cuentos completos.

Además del citado profesor, también abordarán la literatura de Felicidad Blanc Juan José Alonso Perandones, que desvelará el epistolario de la matriarca de los Panero, y la profesora de la Universidad del País Vasco Natalia Vara, que se adentrará en la vida y la conquista de la identidad de una escritora que estuvo a la sombra de su marido y sus tres hijos. Muchas de las escritoras de posguerra fueron ignoradas incluso por la censura. Matute fue una de las pocas que habló en una novela de los campos de trabajo; y Aldecoa, de la Guerra Civil y el exilio.

Elena Quiroga, la segunda mujer en entrar en la Academia de la Lengua, retrató un país de posguerra y escarbó en la psicología de sus personajes heridos, lejos del realismo social imperante. El profesor argelino Sidi Mohammed Ziane explicará la emancipación de esta escritora, la penúltima de diecisiete hermanos, que retrató el mundo rural gallego; una autodidacto que escribía cinco horas al día.

Javier Huerta Calvo, director del congreso, abordará la curiosa historia de María Josefa Canellada, autora de Penal de Ocaña, una novela censurada que no se publicó íntegra hasta los años 80, y su nieta, la directora teatral Ana Zamora, que ha llevado por los escenarios la obra de su abuela.

FEMINISTAS Y FALANGISTAS

Mercedes Formica, una de las primeras feministas que desde su bufete llevaba en los años cincuenta casos de mujeres maltratadas, ha sido injustamente olvidada. Amiga de Pepín Bello, García Lorca o Guillén, publicó en 1953 en ABC el artículo El domicilio conyugal, donde desvelaba la historia de Antonia Pernía Obrador, que recibió 17 puñaladas de su marido. De ideas conservadoras, aunque se enfrentó a la poderosa Pilar Primo de Rivera, fue tachada de falangista y orillada.

El congreso de Astorga desempolvará a otras autoras como Luisa Carnés, conocida también por el pseudónimo de Clarita Montes, que empezó a escribir porque no tenía dinero para comprar libros. Defensora activa de la causa republicana, huyó a Francia tras la Guerra Civil y de ahí se embarcó rumbo a México, donde falleció en los años sesenta en un accidente de automóvil.

A Eulalia Galvarriato le pasó como a Felicidad Blanc, que fue más conocida por ser la mujer de Dámaso Alonso que por su obra. Tampoco se salva del olvido la autora gallega Concha Castroviejo. Elisabeth Mulder Pierluisi, nacida en Barcelona en 1904, de madre puertorriqueña y padre holandés, fue contemporánea de Martínez Sagi —se cuenta que hubo un conato de enamoramiento entre ellas—, y también de Mercè Rodoreda. Mulder no fue una escritora maldita, todo lo contrario. Tuvo su momento de éxito, pero, pese a ser una de las mejores novelistas de su generación, también fue tristemente arrinconada.

La catedrática Pi-Chiao Liu rescatará a Carmen de Icaza. La abuela del exministro Íñigo Méndez de Vigo, implicada en el Auxilio Social y en la Sección Femenina de Falange, publicó en 1936 su novela más conocida, Cristina de Guzmán, que se convertiría en uno de los seriales radíofónicos más exitosos de la posguerra española.