Cuando León fue una potencia en vidrieras

verónica viñas | león

La magna restauración llevada a cabo a finales del siglo XIX en la Catedral de León exigió la creación de un importante taller de vidrieras. La iniciativa partió del arquitecto restaurador del templo gótico Juan Bautista Lázaro. Los primeros vidrieros, con el leonés Guillermo Alonso Bolinaga a la cabeza, habrían adquirido sus conocimientos del maestro vidriero catalán Antoni Rigalt i Blanch. La experiencia de la Catedral de León hizo que medio mundo pusiera los ojos en el llamado Taller de Vidrieras Artísticas. La catedral de Almería encargó en 1901 vitrales tanto al taller de Bolinaga como al de Rigalt. Bolinaga también realizó los vitrales de la catedral de Concepción (Chile). Nada menos que 120 paneles, diseñados por el artista riojano Alejandro Rubio Dalmati, amigo de Picasso. De León salieron las vidrieras de la catedral chilena de Talca, reconstruida íntegramente en 1928 tras un terremoto. El taller de Bolinaga recibió en 1897 el encargo de realizar las vidrieras de la iglesia neogótica de Nuestra Señora de la Asunción en Torrelavega. En 1908 construyó varios vitrales para la parroquia de San Marcelo. Asimismo, la basílica de Covadonga tiene el sello del taller de vidrieras leonés, como la iglesia de Caldas y la galería del palacio del marqués de Canillejas, conocido como el palacio de Valdesoto. Los pedidos eran incesantes. Fueron requeridos para realizar vidrieras en las catedrales de Astorga, Santiago y Vitoria, colocaron las vidrieras del claustro y la capilla del Santísimo Cristo de la catedral de Burgos, así como en la iglesia del Buen Pastor de San Sebastián o la iglesia de Ribadeo. Tras fallecer Bolinaga el taller apenas sobrevivió unos años.