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Margarit, arquitecto de versos bilingües, gana el Cervantes

El jurado distingue, en una reñida votación, la voz «innovadora y trascendente» de un maestro que es «catalán, pero también castellano, coño», según el poeta

Publicado por
Pilar Martín
León

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El poeta catalán y bilingüe Joan Margarit se ha alzado con el Premio Cervantes 2019 por su poética de «honda trascendencia» y por la pluralidad de la cultura peninsular que representa, según el fallo del jurado hecho público por el ministro de Cultura y Deporte en funciones, José Guirao. Joan Margarit, un arquitecto de formación, ha construido castillos de versos desde los que ha transmitido su pensamiento, vida y ética en poesías convertidas en odas a la belleza de las relaciones humanas.

Un poeta que se ha caracterizado por su defensa pública del catalán, «la única lengua o una de las pocas lenguas cultas sin Estado» que existen, como señaló hace tan solo diez días al depositar su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes.

Se impuso Margarit en el Cervantes a poetas como la andaluza María Victoria Atencia y el valenciano Francisco Brines y a los narradores Luis Goytisolo, Antonio Muñoz Molina, Enrique Vila-Matas, Alvaro Pombo, Félix de Azúa, Luis Landero, el leonés Luis Mateo Díez, tradicionales aspirantes al máximo galardón de las letras hispanas, dotado con 125.000 euros.

«Soy un poeta catalán pero también castellano, coño», indicó Margarit, tras recordar que la dictadura le impuso el castellano «a patadas». Pero «no lo pienso devolver ahora», agregó.

Este escritor minucioso, que tarda meses en acabar sus poemas, empezó escribiendo en castellano, pero a partir de 1981 comenzó a publicar solo en catalán y desde finales de los 90 hasta hoy simultanea ambas lenguas.

Y lo hizo ya en su madurez porque, según afirma, no conoce un solo poeta en la historia de la humanidad que haya escrito en una lengua que no sea la materna; y la suya es el catalán, «pero después hay poemas que surgen en castellano, pero no son nunca una traducción».

Un biligüismo que le ha convertido en el poeta vivo más leído, y uno también de los más premiados porque también este año, siete meses antes de ser galardonado con el Cervantes, también se hizo con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más importante galardón de poesía en español y portugués.  

Belleza, antesala de la verdad

Para Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938) la belleza es la «antesala de la verdad», una afirmación que se vuelve certeza al leer sus poemas, esos que se convierten en «herramientas» minuciosas y exactas para entrar en la retina y clavarse en el corazón para hacer una cura ante el caos del día a día. Por eso siempre se ha mostrado partidario de no parar nunca de trabajar, «de ir a lo fundamental, de huir de lo grosero, de las frases hechas», y por eso no se ha escondido nunca cuando en la conversación sale el conflicto catalán, donde es una de las pocas voces que saca la palabra cultura como medicina curativa.

Así lo demostró en su poemario, Un hivern fascinant (2017), donde apostó en este conflicto por la «inteligencia» y la «autocrítica» y donde se muestra «desconfiado de la manipulación de las masas». Por eso usa la «belleza lírica de su lengua catalana», como asegura, para advertir de los riesgos de los tópicos que utilizan los políticos para sus propios intereses.

«Si un político te habla de rumbo, vigila la cartera, y el rumbo o el futuro mejor son de esos tópicos con los que se manipula fácilmente a las personas en su juventud, porque los tópicos son caminos por los que la gente pasa», señaló durante la presentación de esta obra.

Con sus ya 81 años, más de ocho décadas que le convierten en uno de los más veteranos en la lista de ganadores del Cervantes, su poesía se podría resumir en tres palabras -a riesgo de quedarse corto-: belleza, verdad y cultura. Tres conceptos que defiende porque lo demás «son cuentos».

«Puedes ir a ver un partido de fútbol y estar allí dos horas emocionado, pero lo olvidarás al cabo de un tiempo, mientras que una exposición de un buen pintor expresionista, una sonata de Beethoven o un buen poema se quedan siempre dentro», asevera.

Vila-Matas se quedó a las puertas

La poeta Ida Vitale, Premio Cervantes 2018, quería darle «consuelo a los derrotados», y por eso no ha dudado confesar en público, pese a tener al ministro de Cultura a su lado, que ella tenía otro candidato distinto al ganador de este año, Joan Margarit: Enrique Vila-Matas. Y no solo ella, quien ha actuado como presidenta del jurado, ha defendido la candidatura de Vila-Matas para el Premio Cervantes 2019, sino tres miembros más, ha explicado sin tapujos la uruguaya ante la mirada de asombro de Guirao y el murmullo de risas de los periodistas presentes. Una situación que se ha prolongado porque la poeta ha continuado con un discurso que ha roto todo el protocolo de esta anual rueda de prensa. «No voto nunca por amigos y no tengo el gusto de conocer a Vila-Matas», ha dicho, lo que ha hecho reaccionar a Guirao con un «te lo presentamos». Según ha reconocido la poeta, «no siempre se llega -a un premio- conociendo toda la literatura», «lo cual es bastante horrible», «pero ese poema, No tires las cartas de amor -de Margarit- me ganó mucho».