Música
El lado oscuro de The Levitants
Llegan al Gran Café con su rock tortuoso y revelaciones de seminario
El Gran Café será hoy testigo de la propuesta de The Levitants, un grupo dispuesto a jugársela. Sergio, voz y guitarra, Dani y Juan (sintetizadores y coros) conforman este combo vallisoletano, un trío cuya idea musical oscura y vertiginosa tiene algo de redefinición intencionada de las bases del dark-rock. A partir de las 22.00 horas, y con entradas a 13 euros en taquilla, será el momento de comprobar el espíritu renovador de los pucelanos. The Levitants tienen así algo de inéditos en cuanto a su fórmula musical, digno de agradecer para no caer siempre en el monotema, venga de donde venga. Inédita, tanto por su formato, no llevan bajo, como por «el aura de energía magnética que les rodea y que moldea todo bajo un sello único y personal», tal y como señalan abundando aún más en su misteriosa presentación.
Tienen dos discos de estudio: Gravity for the Masses y Coimbra . Su último lanzamiento es el tema Red Lines , publicado este 2019, así como su nuevo álbum en la calle, Enola , ya para Subterfuge. Y a estas credenciales convendría añadir su conexión directa, comparten escenario y colaboraciones, con el siempre diferente Ángel Stanich. Aunque hay que recurrir, cómo no, si hablamos de Valladolid, al a veces omnipresente y siempre eficaz Javier Vielba, irresistible a todo talento que vea surgir a su alrededor. Por ello hay que destacar su faceta de productor de su primer disco, Gravity for the Masses .
Pese a su lugar generacional (de hecho su hoja promocional destaca como bendición que su universo musical no coincida con el trap y modas similares) se dejan querer por cierto espíritu legendario. Algo que plasman en sus temas con todas las dosis posibles de melancolía, depresión, inocencia salvaje, oscuridad poética, heridas, y que reparten, según toque, canción a canción. Pero si hay una anécdota o hecho crucial que destaca, y que incluso ellos proclaman, es sobre la vida de Sergio, alma del grupo: entre reformatorio a 1.000 kilómetros, o seminario a 200, eligió lo segundo y allí, aseguran, una guitarra le reveló su futuro.