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León

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maría ruiz | granada

La Alhambra ha «resucitado» una de las cuatro bóvedas trazada con mocárabes (artesonados árabes) en el Palacio de Comares, la única desaparecida por el empeño de unir los palacios nazaríes con el de Carlos V, y cuya recuperación permite ahora conocer esta solución arquitectónica y recrearla pieza a pieza.

El Museo de la Alhambra, ubicado en su emblemático Palacio de Carlos V, ofrece una suerte de viaje en el tiempo para imaginar y recrear un trocito del monumento casi desaparecido por completo. Ese trayecto, que se materializa con la exposición «¿Una bóveda desaparecida de la Alhambra?», arrancó hace siglos pero se cimenta en una investigación científica firmada por Gaspar Aranda Pastor hace dos décadas sobre el Patio de Comares, construido en el periodo de Yusuf I y que continuó su hijo, el sultán Muhammad V.

Este palacio, una de las joyas del complejo monumental más visitado del país, conserva las bóvedas de mocárabes con medina más antiguas del periodo nazarí y que constituyen tres de los cuatro ejemplos de una ingeniería que tiene en el Patio de los Leones su mayor exponente.

La cuarta bóveda, la desaparecida, cubría uno de los cuatro iwanes -alcobas- del Palacio de Comares, pero se desplomó por el empeño de unir esta estancia con el posterior Palacio de Carlos V desde una escalera, lo que pudo causar la caída de esta pieza arquitectónica y la perforación del muro que separaba los palacios nazaríes del renacentista.

La responsable del departamento de Conservación de Museos y especialista en Arte Hispanomusulmán Purificación Marinetto ha explicado a Efe que esta muestra permite acercarse como nunca al uso de las bóvedas con mocárabes, una solución tridimensional de geometría que sustenta parte del monumento.

Esta técnica arrancó en Comares, evolucionó hasta las bóvedas del Patio de los Leones y ahora el derrumbe de esta bóveda permite conocer el diseño de las adarajas, las piezas que unidas a modo de puzzle y de manera escalonada crean un mocárabe, pieza que cuelga del techo. Los fragmentos que conserva Comares y los cuatro que custodia el Museo de la Alhambra han permitido realizar una reconstrucción a escala 1.2, una forma de «resucitar» la bóveda desaparecida a un tamaño de algo más de un metro.