Literatura
El dolor y la gloria de Agustín Gómez Arcos
Almodóvar rescata al escritor favorito de Mitterrand, proscrito en España
Descansa en París el escritor almeriense Agustín Gómez Arcos, cuya memoria irreverente lo convirtió en un paria de las letras durante el franquismo y la Transición, pero un prodigio Francia, donde fue candidato al Goncourt en seis ocasiones, y cuya obra empiezan a recuperar en español sus admiradores, entre ellos Pedro Almodóvar.
La película Dolor y gloria ha sido el último impulso para dar a conocer un autor que nunca encontró un hueco en España pero que ha encontrado fieles seguidores entre el público más joven veintiún años después de su muerte.
Sus novelas Ana no y El cordero carnívoro son leídas por el personaje de Antonio Banderas en dos momentos distintos de la cinta del manchego. Lo suficiente para que muchos curiosos hayan puesto su atención en ellas. «Como toda la obra de Gómez Arcos, habla de la posguerra española, desde el dolor y la dignidad más profundos. Conocí a Gómez Arcos en Madrid en los años 70, en la época en que había estado a punto de ganar el Goncourt por El cordero carnívoro », cuenta Almodóvar en el libro de la película, publicado por Reservoir Books.
Según el director, Gómez Arcos (Enix, 1933) le hablaba de sus futuras novelas y llegó a proponerle una colaboración en sus primeros pasos como cineasta. «Yo estaba demasiado arrebatado por la Movida madrileña para prestarle atención a la posguerra española», reconoce Almodóvar.
Una amistad que se vio frustrada a mediados de los ochenta por un desencuentro, que no ha impedido a Almodóvar reconocer públicamente su admiración veinte años después de su muerte. Hijo pequeño de una familia de cabreros y vencidos de la Guerra Civil, Gómez Arcos llegó a Madrid a principios de los años 50 tras abandonar la carrera de derecho en Barcelona en la que, con mucho esfuerzo, sus hermanos mayores lo habían matriculado. Si alguien podía ser la esperanza de la familia, era Agustín. Pero en Barcelona había descubierto el teatro y las aspiraciones del joven almeriense lo llevaron pronto a huir a Madrid donde empezó a escribir. Allí encontró un éxito limitado por la censura, que le despojó del Premio Lope de Vega y lo convenció de que el exilio era su única salida. Llegó a París en 1968, tras dos años dando palos de ciego en Londres, y se hizo hueco llevando a los escenarios «undergrounds» algunas de sus obras hasta que se decidió a escribir novelas en francés.
De sus 14 obras, todas ellas escritas en francés, cuatro fueron seleccionadas para el mayor galardón de las letras nacionales, el Goncourt. Fue finalista en otras dos ocasiones: con Escenas de caza (furtiva) en 1978 y con Un pájaro quemado vivo en 1984, años en los que Patrick Modiano y Marguerite Duras, respectivamente, resultarían ganadores. Era el escritor favorito del presidente François Mitterrand, que mandaba a un chófer traer sus últimos libros firmados, y fue condecorado con la Orden de las Artes y las Letras como caballero y oficial.
«Él decía que si no ganó nunca el Goncourt es porque no era francés. Nunca quiso pedir la nacionalidad francesa como le propusieron porque eso le obligaba a renunciar a la española», cuenta su editor Miguel Lázaro, cuya editorial Cabaret Voltaire empezó la titánica tarea de traducir su obra al español en 2006. Especializada en la traducción de obras francesas, el ejemplo de Agustín Gómez Arcos refleja la tarea social que pueden ofrecer las editoriales independientes como Cabaret, que reconoce que el proyecto del almeriense ha sido «a pérdidas».