Un ejemplo en ficción de la calidad humana del profesor
Esta obra homenaje, en manos de Gonzalo González Laiz cobró el valor de lo posible. Porque cualquiera que conociera a Miguel Cordero del Campillo, lo identificaría en este breve ejemplo:
MIGUEL: Hombre, es que yo creía que la política era otra cosa…
PORTERO: Y yo que pensaba que un veterinario era el senador ideal…
MIGUEL: Pero, ¿por qué?
PORTERO: Pues porque aquí hay mucho parásito que se conserva en alcohol… como los que usted estudia…
MIGUEL(Pensativo): Ya, pero los míos son más pequeñitos y menos ruidosos. Nada, que me vuelvo a mi León y a mi Universidad, que la enseñanza también tiene mucho de veterinario…
PORTERO: Ah, sí y ¿por qué?
MIGUEL: Verá, tanto la enseñanza como la veterinaria intentan estudiar y desarrollar la vida inteligente…
PORTERO: Pues yo tengo un hijo que no sabe si estudiar o irse al ejército.
MIGUEL: ¡No me diga! Y su hijo, ¿dónde y cuándo disfruta de verdad?
PORTERO: Pues, en el campo, con los animales, de pesca…
MIGUEL: (Sonríe y le mira en silencio) Venga conmigo que le invito a un café…
Ambos se van cogidos del hombro y se apaga la luz.