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Una maqueta con mucho pasado

La iglesia del Mercado salva su navío de guerra

La maqueta del buque del siglo XVI ha sido restaurada y colocada en una vitrina

León

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Un barco ha sobrevolado durante siglos a la feligresía de la iglesia del Mercado. Se trata de un buque de guerra de un metro de envergadura que don Gerónimo, señor de Irián y padre del célebre Conde Rebolledo —con capilla mortuoria propia en la Catedral de León—, se trajo como recuerdo a su regreso de la batalla de Lepanto en 1571. Donó el navío a la iglesia en la que fue bautizado, a modo de exvoto, en agradecimiento por haber vuelto de una pieza, aunque fue levemente herido en el combate naval que enfrentó a la armada española con la otomana en aguas del mar Jónico.

La maqueta, suspendida del techo de la torre, a unos siete metros de altura, no se había tocado en décadas. Supuestamente se habrían ido renovando algunas piezas desde que Gerónimo Rebolledo la regaló en el siglo XVI a la iglesia, aunque no hay pruebas de ello.

«Estaba en buen estado, pero muy sucia», explica Manuel Fláker, párroco de la iglesia situada en la plaza del Grano.

Elisa Carballo y Patricia López, de la empresa leonesa Karak Conservación y Restauración de Arte, se han encargado de la puesta a punto del buque. Fláker tuvo que enviar la maqueta a Barcelona para reparar los aparejos, velamen y arboladura de un galeón que lleva cinco siglos en dique seco. Un taller de Burgos construyó una vitrina a media en la que se muestra ahora la nave, a la entrada de la iglesia. La restauración del barco ha costado 3.000 euros, que se han sufragado con donativos de particulares. «Mi obligación es cuidar del patrimonio de una parroquia de 900 años», dice el párroco, que califica la maqueta donada por Gerónimo Rebolledo como «un trabajo muy perfecto». Un galeón con 48 cañoneras reproducidas a escala.

El casco tiene grabado a babor la palabra Lepanto; y, a estribor, Rebolledo. Este juguete de madera simboliza también la trayectoria de una familia de militares. El conde Rebolledo, que fue embajador en Dinamarca, también combatió, al igual que su padre, con los turcos.

No es la primera vez que los fieles sufragan a escote una restauración en la iglesia del Mercado. En los últimos años los donativos han permitido rehabilitar las tallas de san Antonio de Padua, la Inmaculada, santa Lucía y san Ildefonso. En 2016 el desprendimiento de varias tejas ponía en evidencia la penosa situación de la cubierta del templo.

En aquel momento, el entonces párroco, el fallecido Enrique García Centeno, convocaba a los feligreses para recaudar los 48.000 euros a los que ascendían los trabajos de retejado. A los que quisieron participar, se les pidió una cuota mensual de 10 euros durante dos años. Con esa cantidad fue posible devolver el crédito que la parroquia solicitó a Caja España-Duero para llevar a cabo una obra urgente.

Manuel Fláker apela ahora a las instituciones para emprender la restauración exterior de la iglesia del Mercado. Ha encargado un informe técnico para averiguar las obras que necesita un edificio cuyas fachadas no se han tocado en décadas. La última intervención, según Fláker, fue hace 25 años, cuando la Escuela Taller restauró los absidiales.

La mayor rehabilitación que ha visto el templo de la plaza del Grano en los últimos años fue cuando en 2008 ‘volvieron a la vida’ las pinturas barrocas de la sacrisitía, deterioradas y casi desaparecidas por el paso del tiempo. Los frescos barrocas del camarín salían a la luz tras años de oscuridad, bajo el polvo y la suciedad.