El instante más allá tras el adiós al carbón
La fotógrafa Cecilia Orueta se adentra en ‘The End’ en el impacto del fin de la minería en puntos como León y Palencia
Cuando Cecilia Orueta explica su obra fotográfica, uno corre la tentación de añadir lo de fotos con mensaje, como si cada una de las que haga cualquiera no lo llevara. Artista o no. Pero en su caso sí que hay siempre un paso más, un instante después, o un más allá que se clava en lo que uno siente cuando ve esas imágenes. Hay que tratar de verlas desde la perspectiva estética y luego, sí, dejarse atravesar por el mensaje como un puñal. Porque uno no es que salga mejor sino sí cargado de consciencia de las cosas que pasan alrededor. Porque a veces lo que se ve ilustra otra realidad que ya pasó o provocó. Por eso este The End , libro que edita con Eolas, último trabajo de Cecilia Orueta, tiene algo de toda esa filosofía. Porque hablar del fin es directamente decir que hubo algo.
Para Orueta, explicar el libro parte de una imagen casi transgeneracional, y que aunque aún existe y se representa pertenece al antes de todas las cosas que nos ocurren ahora, en la vida precipitada, ahora frenada en seco. «Las películas de Hollywood terminaban siempre con una expresión: The end (Fin). Fueron, de hecho, las dos primeras palabras en inglés que muchos españoles aprendimos gracias al cine. En los poblados mineros, donde la realidad recordaba al ambiente de las películas del Oeste que tanto se proyectaron en la segunda mitad del pasado siglo, la expresión The end pasó al imaginario popular con el halo épico y crepuscular de aquellas películas que contaban historias no tan lejanas a las de los mineros españoles», escribe al hilo.
Ahí surge el vínculo leonés de esta madrileña del 63 que siempre ha indagado en muchos de sus reportajes y series sobre hilos temáticos que no solo justifican el trabajo sino que lo enriquecen y documentan. De alguna manera, es centrar ese guion que luego las fotos se encargarán de escribir. Y puede ser Picasso, o una zona recóndita de Galicia, Granada o en plan libro de viajes junto a Julio Llamazares y sobre las catedrales.
Pero aquí, en este The End , se intuye la introspección de un mundo abandonado no solo como paisaje sino como una forma de entender la vida. Y la artista insiste en esa conexión cinematográfica: «Este trabajo fotográfico emana de ese aroma cinematográfico, de derrota de una ensoñación, que el fin de la minería ha dejado en los pueblos mineros y en las personas que los habitaron o que continúan viviendo en ellos. Una historia de 150 años ha terminado y lo que queda son las imágenes de una película que se va convirtiendo poco a poco en ruina y en memoria», cuenta.
Así, todo esto se aprecia en el propio relato que elabora la autora a modo de gran sinopsis que no se queda en una exposición de motivos sino que añade lo que se debe incluir en la categoría de deberes. « Mi propuesta fotográfica, que he llevado a cabo a lo largo de un año a raíz del cierre el 28 de diciembre de 2018 de la mina La Escondida, en León, la última que quedaba abierta en esa provincia, se centra en los territorios mineros de León y de Palencia, dos de los más afectados por el final de la minería, pues esta era prácticamente un monocultivo en ellos. Acompañan a las fotografías textos de varios autores que a lo largo de la historia han escrito sobre la mina y los mineros, y testimonios de prensa y de algunos de los fotografiados. Como escribió uno de esos autores, el paisaje es memoria, y la memoria de la minería que durante siglo y medio dio vida a esos territorios sigue latiendo en esos lugares y es nuestro deber preservarla, cada uno desde su posición», narra.
Resulta que el primer trabajo deslumbrante de Cecilia Orueta llevaba por título Elogio de la distancia . Indirectamente, premonitorio de los tiempos que corren. Y directamente, una correlación de las comarcas que poco a poco pasaron de la lejanía al abandono. Y todo eso se une a una desertización humana que conecta también con la producción, o el fin de los modos industriales que se consideraron caducos por cuestiones de productividad o de deslocalización porque lo que sí inundó todo fue la idea de rentabilidad o eliminación, sin tener en cuenta que se arrasaba hasta con la existencia. Por eso resulta igual de oportuno aquel El fin de una cultura milenaria. Ciento cincuenta aniversario. Azucarera de Guadalfeo ( Universidad de Granada, Azucarera de Guadalfeo y Páginas de Espuma. 2011). Y que apareció después del citado Elogio de la distancia . Libro de fotografías de la comarca de la Fonsagrada (Lugo) (Xunta de Galicia, 2009).
Orueta, como profesional vinculada al arte, ya desde su condición de diplomada en Restauración de Pintura, que entre los años 1983 y 2004 realizó numerosos encargos para entidades privadas y públicas de España, Francia y Alemania, también ha dirigido sus proyectos a ámbitos más estrictamente creativos o sobre trayectorias de artistas. Y es algo que surge de ese origen, ya que puede saberse que durante este periodo profesional ya utilizó la fotografía como herramienta de trabajo para los informes de restauración.
Tal vez, todo ese bagaje es lo que le lleva a abordar un interesante y reciente Los Paisajes españoles de Picasso (Nórdica, ediciones. 2018). En este libro recorre las ciudades en las que la obra del pintor malagueño bien por peripecias vitales o su misma presencia tiene una huella destacada. Málaga, La Coruña, Madrid y Barcelona son las ciudades en las que Orueta indagó para la elaboración de esta publicación.
Y luego hay una historia que para muchos fue un viaje inolvidable por España con las catedrales como pretexto que es el imponente Las Rosas de Piedra y Las Rosas del Sur , dos tomos en los que en fotos y texto lo que el lector entra de lleno es en la antigüedad de las ciudades y su actualidad vista por un viajero. Una mezcla en donde lo cotidiano y los histórico se dan la mano para contar la vida. Y al final es lo que hace Orueta: contar la vida, aunque incluya en modo aviso que lo moderno a veces destruye.