Ayer reabrió sus puertas
La Catedral de León supera una nueva catástrofe
El templo gótico ha cerrado en un siglo y medio por derrumbe, fuego y pandemia
El último siglo y medio ha sido para la Catedral de León una auténtica penitencia. Aunque, al final, siempre ha salido bien librada. El icono de León reabría ayer sus puertas tras una letal pandemia que aún no ha acabado. Es la tercera vez que el templo gótico se ha visto obligado a cerrar sus puertas. En este caso, durante 78 días. Con anterioridad se salvó de un incendio y de un inminente derrumbe.
No deja de ser sorprendente que siga en pie una de las catedrales más frágiles, construida con ‘excesivas’ vidrieras, una piedra que ha sufrido todo tipo de plagas y unos frágiles cimientos que se asientan sobre unas termas romanas.
Vistas las catastróficas desdichas que han sacudido al edificio, 78 días de puertas cerradas resultan insignificantes, aunque ello haya supuesto dejar de ingresar más de 500.000 euros, con los que el Cabildo financia la mayoría de las restauraciones que se llevan a cabo, incluidas las vidrieras.
En 1859 la Catedral estaba en una situación crítica, ante el peligro inminente de derrumbe, derivado de la pesada cúpula superpuesta al edifico en el siglo XVII, agravada posteriormente por los añadidos de Churriguera y el famoso terremoto de Lisboa de 1755. Dos años antes habían empezado a caer piedras del crucero y la nave central como preludio del cataclismo que se avecinaba.
La providencial intervención de Matías Laviña y de su discípulo, Juan Madrazo, impedirá que la Catedral se precipitase al vacío. Durante años el templo se sostuvo gracias a un complicado sistema de andamios.
Llegado el momento de probar la solidez de los arreglos, se retiran todas las ‘muletas’ y los leoneses contuvieron el aliento. A continuación se produce un ensordecedor crujido. Arbotantes, columnas y muros parecen soportar el peso de la nueva cúpula, mucho más liviana que la barroca. La restauración ha sido «milagrosa », en palabras de Demetrio de los Ríos. En mayo se han cumplido 119 años de aquel momento.
Hace un año, el incendio que devoró Notre Dame hacía revivir el que asoló la Catedral de León el 29 de mayo de 1966. La cubierta se quemó casi por completo, ante la atemorizada mirada de decenas de leoneses. El fuego se declaraba pasadas las ocho de la tarde. Un rayo había impactado en la Catedral sobre las cinco, aunque las primeras señales del incendio no se detectaron hasta tres horas después. El canónigo Fidel Alonso oficiaba la última misa y los feligreses empezaron a oler el humo. Inmediatamente, voluntarios y seminaristas organizaron una rápida evacuación de todos los objetos de valor del interior de la Catedral. Las llamas pronto iluminaron el cielo de la ciudad. La labor del cantero Andrés Seoane resultó providencial, al dirigir la labor de los bomberos en la techumbre, para evitar que las llamas se extendieran sobre los tejados laterales. La clave fue que el uso controlado del agua.
Aquel aciago domingo, en el que, paradójicamente, se celebraba el Día Internacional sin Accidentes, obligó a movilizar a bomberos de Oviedo, Palencia, Valladolid, Avilés y Salamanca. El fuego dañó, aparte del tejado, varias vidrieras y rosetones. Las cerchas de madera de pino de la cubierta fueron sustituidas por una estructura de hierro.
El 3 de junio el ministro de Hacienda entregaba al Cabildo un cheque por 312.308 pesetas. La catedral metodista de Washington, recordando que sus vidrieras estaban inspiradas en las de León, envió también un donativo. Las obras concluyeron el 15 de octubre. La Catedral estuvo cerrada 139 días.
La Catedral envuelta en andamios a finales del XIX. ARCHIVO