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El milagro de Paco Camino

Hace ahora 50 años, el legendario diestro sevillano protagonizó la tarde más redonda de la historia de Las Ventas «Puse a cada uno en su sitio», dice el torero

Paco Camino junto a Curro Romero, ambos grandes toreros e hijos predilectos de Camas. EDUARDO ABAD

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León

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«Aquella Beneficencia del 70 puso a cada uno en su sitio», dice Paco Camino. El pasado jueves se cumplieron cincuenta años desde que el 4 de junio de 1970, también jueves, el legendario diestro Paco Camino protagonizara la tarde más redonda de la historia de Las Ventas, cuando, en la corrida de Beneficencia, mató siete toros, cortó ocho orejas y puso «a cada uno en su sitio».

Desde su retiro en su finca de Arenas de San Pedro (Ávila), Camino evoca algunos recuerdos de aquella tarde trascendental en su trayectoria profesional y que se sitúa entre las efemérides más importantes de la historia del toreo del siglo XX, por lo que tuvo de lección magistral de clasicismo y autoridad lidiadora.

El maestro de Camas (Sevilla), que cumplirá 80 años el próximo mes de diciembre, explica que fue él mismo quien se decidió a torear en solitario esa corrida de Beneficencia, de siempre la más señalada de la temporada, como reacción a los problemas que había tenido con las empresas de las plazas de Sevilla y Madrid.

«No toreé ni en la feria de Abril ni en San Isidro -recuerda Camino- porque no nos pusimos de acuerdo ni en el dinero ni en los carteles. Así que, sin poder estar en las ferias que más deciden a todos los niveles, tuve que reaccionar rápido y usar las armas con las que contaba. La idea fue solo mía, nadie me tuvo que decir lo que tenía que hacer». Paco Camino se ofreció así para torear gratis a Leopoldo Matos, presidente de la entonces Diputación de Madrid y organizador de la corrida, que «aceptó al momento».

«El hombre estaba encantado, porque a la Diputación y a los hospitales de Madrid fue a parar todo el dinero de la taquilla, donde se puso el cartel de no hay billetes, y también el de los derechos de televisión, que también era un pico. Así que a la Diputación le salió todo redondo».

Cuando el gran torero sevillano, vestido de grana y oro, hizo el paseíllo aquella tarde en Madrid, la feria de San Isidro ya había registrado varios y sonados triunfos de las figuras con las que entonces competía, como El Viti y Diego Puerta, pero sobre todo el de Manuel Benítez El Cordobés , que había salido a hombros dos días consecutivos tras pasear las ocho orejas de los cuatro toros que estoqueó.

«Lo más importante para matar seis toros en Madrid es mantener frío el corazón y la cabeza», dice Camino.

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