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«Creo que recibo más de lo que doy»

Aníbal Vega lanza disco con Adormidera y prepara nueva novela

Aníbal Vega, ante el piano, editará nuevo disco bajo el título de ‘Arqueologia de una ola’. DL

León

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Para muchos, durante un tiempo fue el mejor músico desconocido de León, como se decía de un grupo que seguro que encaja en sus gustos: The Jayhawks. Aníbal Vega (León, 1965) era pianista de formación completa, capaz de fascinarse al igual con Bach que con Jerry Lee Lewis, y encima tocar a ambos. En aquel León de los 80 fue un integrante activo de muchas aventuras culturales y de todo el panorama underground. Entre medias, un capítulo muy largo de su vida es el de sus estudios de Derecho y su trabajo convencional. Pero ocurre que Vega en lugar de perder sensibilidad la fue ganando con el tiempo y un buen día, no se sabe cómo, decidió tirar todo por la borda pero no esa sensibilidad y convertirse en escritor y músico. Y en esas sigue ahora con dos acontecimientos vitales. El disco que publicará con Adormidera, su grupo, una formación madrileña que suma sus conciertos con nuevos adeptos que quieren saber de este combo; y su faceta literaria, que ya tuvo un momento estelar con la publicación de El hombre inacabado y otros cuentos (Editorial Eolas) y que tendrá continuación con una nueva novela.

Vocación eterna
Estudió Derecho y trabajó posteriormente, pero la vena literaria y musical se impuso hace años

Es interesante hablar con este primero músico, porque le salen buenas frases. Pero lo es más por lo que contienen, porque uno se siente en manos de un prescriptor, y puede aprovechar para obtener respuestas y encontrar guías de gustos. Así, sobre lo atemporal de las preferencias lotiene claro: «En que son los mismos, Los Clash, Bowie en los 70, Elvis en el 68, Lou (Reed) siempre. Más lo que te has ido encontrando, pero aquello no cambia. Lo decía Gustav Leonhardt: uno estudia lo de siempre a la par que se abren nuevos caminos, no hay que dejar de investigar esos nuevos caminos en los que puedes toparte con criaturas extrañas, maravillosamente extrañas», cuenta y así ha dejado señas de identidad y algo de curiosidad que cada uno debe alimentar.

Por ello, en esa línea hay motivo para conocer qué hace él en Adormidera. Y qué es ese sorprendente grupo, que a veces suena a grupo de cantautor y otras a una Velvet madrileña. «¿Qué aporto yo al grupo? Unos filtros en el cenicero, algunos cantes sobre la mesa, un mechero olvidado y poco más. Es cierto; creo que recibo más de lo que doy. Si creo que el ensayo es la plasmación de muchas casualidades, aunque hay quien no cree en esto de las casualidades y piensa que se trata todo de una suerte de afinidades electivas, de que estamos sincronizados unos cuantos y todo eso, pero si piensas que el ensayo, dado todo lo que confluye en esas cuatro personas que estamos allí, es la resolución gozosa de un prodigio inefable, imagínate lo que pensaré de los conciertos. Algo mío habrá ahí. Poco; Tamara construye unos temazos realmente consistentes», dice con modestia. Pero desde esa perspectiva obtiene réditos que favorecen a lo que también es en realidad su grupo: «Procuraría guarecerme un poco más del sol, entrar más hasta el fondo, casi hasta el escenario oscuro y diría: Joder, que tías más frescas, ya que son ellas las que impresionan desde el principio. Samuel y yo nos limitamos a acompañarlas por el camino del rock, nada más (y nada menos)», dice.

Sea como fuere, su lado musical con Adormidera está en su momento dulce: «Acabamos de concluir la grabación de Arqueología de una ola , nuestro primer álbum. Una puta pasada», dice. Y se aprecia ese placer de quien disfruta de su papel en el grupo tanto como integrante capaz de reservarse cierta cuota y actitud de fan de su banda, porque le llega a lo profundo: «Esto únicamente lo consiguen estas de Adormidera. Yo procuro impulsar con mi piano esa llegada al éxtasis epifánico», dice.