El poema ganador
Mar
Alberto quiere ser mar
con olas en la cintura,
para jugar con los barcos
y hacer muñecas de espuma.
Peinarse las caracolas
de una gran melena rubia
que llega hasta el horizonte
y resbala por sus curvas.
Alberto quiere tener
un vestido sin costuras
adornado de sirenas,
peces, pulpos y medusas.
A juego, un fular de algas,
unos tacones de bruma
y —con la sal de los charcos—
pintarse blancas las uñas.
Guarda su nombre en secreto
metido en una burbuja
que flota sobre las aguas
de su inmenso mar de dudas.
Nunca pierde la esperanza
de que alguien lo descubra
y pronuncie esas tres letras
como tres gotas de lluvia.
¿Podemos llamarte Mar?
—una niña le pregunta—,
y Alberto se vuelve costa,
océano, islote, duna.
Sonríe, dice que sí,
y sus pupilas oscuras
encienden toda la playa
como si fueran dos lunas.