Edificios emblemáticos
Un Emperador que agoniza desde hace catorce años
Cumple 69 años y ha pasado cerrado los últimos catorce, después de que el Ministerio de Cultura lo comprara por 4,5 millones de euros. Los gobiernos de Zapatero, Rajoy y Sánchez han sido incapaces de darle una utilidad. Intentaron sin éxito subastarlo y ‘traspasárselo’ al Ayuntamiento. Hay pendiente un proyecto de rehabilitación que nadie quiere costear.
La historia del Emperador, que el día 22 cumple 69 años y lleva cerrado desde octubre de 2006, ha sido absolutamente teatral. Fue un proyecto tan colosal que los promotores se arruinaron antes de concluir el edificio. La constructora Gargallo lo compró para pasar a los pocos meses a manos de la Elde (Empresa Leonesa de Espectáculos), que llegó a tener otras nueve salas en la ciudad y 178 empleados. Fue diseñado por los arquitectos Manuel y Gonzalo de Cárdenas y Francisco J. Sanz sin escatimar lujos, como la gran araña de cristal de roca que cuelga del techo, y pesa una tonelada y media, o la alfombra con el escudo bordado de la empresa y pasadores dorados sobre la majestuosa escalinata que conduce al segundo piso, así como los asientos de terciopelo rojo, cuya última restauración costó 40.000 pesetas por butaca.
Así arrancaba la fascinante historia de un teatro que durante décadas fue uno de los mejores de España y la gran ventana al mundo de un León encadenado por la dictadura.
El Emperador, con capacidad para 1.300 espectadores, alzó el telón con la revista Sueños de Viena, de la Gran Compañía de Kaps y Johan, los Vieneses. El teatro debe su nombre al monarca Alfonso VII, coronado emperador por las Cortes de León, tras una votación popular organizada por la emisora Radio León.
Larga espera
En las primeras décadas las entradas para los estrenos de las superproducciones de Hollywood se agotaban antes del miércoles. El público las adquiría en ‘Contaduría’, una pequeña oficina al principio de la calle General Sanjurjo —actual Gran Vía de San Marcos—. Algunas cintas batieron récord y estuvieron en cartelera durante más de un mes, como Los diez mandamientos, Jesucristo Superstar o E.T.
Ha albergado acalorados mítines de todo el arco político y por su escenario han desfilado grandes ballets, óperas, compañías de teatro, divas de la ópera como Ainhoa Arteta, Victoria de los Ángeles o Barbara Hendricks, y artistas como Marisol, Raphael, Serrat, Aute, María Dolores Pradera, Amancio Prada, Martirio, Eva Yerbabuena, Lola Herrera, Carmelo Gómez, Sara Baras, Camela, Sabina, Michel Camino y Tomatito, Tip y Coll, Los Chicos del Coro, Café Quijano, Álex Ubago, Antonio Gades, Isabel Pantoja, Lina Morgan, Lola Flores, El Brujo, Manolo Escobar, Carlos Cano, Celtas Cortos, Els Joglars, Cesaria Evora o Víctor Ullate. La lista es interminable.
Patio de butacas del Teatro Emperador. RAMIRO
Pese a la espectacularidad de la sala, el Emperador se vio obligado a hacer ‘reformas’ para algunos espectáculos, como el estreno de Yerma, de Nuria Espert, para el que hubo que retirar dos filas del patio de butacas porque no cabía el gran armazón del decorado; o el de El diluvio que viene, para el que también tuvieron que quitar la primera fila porque no entraba el barco que traían.
Tres presidentes del Gobierno —Zapatero, Rajoy y Sánchez— y siete ministros de Cultura han sido incapaces de reabrir un edificio que le costó a las arcas del Estado 4,5 millones de euros a comienzos de este milenio.
El 31 de octubre de 2006, antes de proyectar Cinema Paradiso, el propietario del Emperador, Juan Ramón Gómez Fabra, subió al escenario. Ante una sala abarrotada resumió a los espectadores los últimos años de fallidas negociaciones con el Ayuntamiento y aseguró que «la Elde no quería llegar aquí. Queríamos invertir. El Ayuntamiento nos ofreció una permuta y aceptamos, estábamos dispuestos a crecer, a crear empleos. Pero no salió. Ni siquiera se ha puesto un precio».
Tras su cierre, el Emperador lució un crespón negro durante 184 días. RAMIRO
Dos meses antes de que bajara el telón definitivamente, el actor Viggo Mortensen acudió a la sala junto al director Díaz Yanes y la actriz Elena Anaya para la presentación de la superproducción española Alatriste. Los tres escribieron el último episodio de gloria del Emperador y ya son parte de la historia de la sala, donde se colocaron placas con sus nombres en las butacas que ocuparon esa noche. Después, los trabajadores colgaron un crespón negro en la fachada del edificio, que permaneció durante 184 días, los que tardó Elde en negociar la venta con el ministerio.
La compra del Emperador por Cultura, lejos de reflotar el edificio, supuso su ocaso. En la etapa de Zapatero como presidente del Gobierno quiso convertir el Emperador en sede del Centro de las Músicas Históricas, cuya programación ha nutrido al Auditorio durante todo este tiempo. Posteriormente, fue incluido en la lista de 15.135 inmuebles que el Gobierno de Rajoy decidió poner a la venta. En 2014 salió a subasta en dos ocasiones y, pese a que el precio se rebajó a 3,7 y 3,2 millones, sucesivamente, no hubo ninguna oferta.
El ministro César Antonio Molina recibía las llaves del teatro en 2008. NORBERTO
En los meses en los que el Emperador estuvo en venta el Inaem (Instituto de las Artes Escénicas y de la Música) encargó una encuesta para averiguar su viabilidad. La conclusión a la que llegó es que el mejor uso al que podía destinarse el inmueble es a teatro. El sondeo pretendía despejar si León tiene suficientes espectadores para llenar los espectáculos que programaran el Emperador y el Auditorio.
La cabina de proyecciones del Emperador. RAMIRO
Muchas de las estancias del Emperador no han sido tocadas desde 1951, fecha en la que se inauguró el teatro. Baúles, proyectores y hasta un piano se amontonan por todo el edificio, mientras ni el ministerio, ni la Junta ni el Ayuntamiento están dispuestos a sufragar la reforma interior, pese a que el estudio de arquitectura del también dibujante y escritor Peridis tiene hecho desde hace nueve años el proyecto.