La biblia del vampirismo, un estudio mundial del fenómeno
No hace falta creer en «fenómenos extraños» para recorrer el mundo en su busca, investigarlos y relatarlos. Es lo que ha hecho durante décadas el periodista madrileño Juan Antonio Sanz, quien ahora vuelca ese trabajo en el libro Vampiros, príncipes del abismo. Sanz (Madrid, 1966), que ha sido corresponsal y delegado de la Agencia Efe en destinos como Rusia, Japón, Corea del Sur y Uruguay y ha colaborado con programas como «Cuarto Milenio» de Iker Jiménez, presenta en esta obra, editada por Arcopress, un estudio antropológico, ancestral y folclórico sobre el fenómeno vampírico alrededor del mundo.
«Todos los lugares que aparecen en el libro han sido sitios que he visitado. Un trabajo fruto de un periodista interesado en fenómenos extraños, sin tener que creer en ellos, simplemente registrándolos y contando toda la actividad sobrenatural que los rodeaba», afirma Sanz. Habla de Rumanía —considerada popularmente la cuna del vampirismo gracias a la figura de Vlad el Empalador y su traslación al mundo literario— pero también de Rusia, Grecia, Estados Unidos, China, Bolivia o Japón.
Confiesa el periodista que se siente atraído por los «fenómenos extraños» desde la infancia, cuando con tan solo 6 años pasaba los veranos en un pueblo de Segovia y escuchaba a las vecinas relatar cuentos y leyendas de misterio, explica Sanz. Relatos que apelaban a los miedos y al temor a lo desconocido. «El hombre, como animal, teme a su depredador y en este caso el vampirismo vendría a ser el mayor depredador que podría tener el ser humano», asegura.
Y que a su vez se sustentan en la magia negra, con todos los rituales dirigidos a lograr hechos extraordinarios. «Yo defiendo que el vampirismo está muy ligado a la magia negra porque el vampiro se apropia de un cuerpo que está muerto y lo revive, siendo esa la base de la necromancia», apostilla. No obstante hay quienes explican el fenómeno desde la perspectiva de la enfermedad mental, aludiendo a que los vampiros no son más que unos individuos con una obsesión patológica por la sangre. «Ha sido una de las explicaciones. Otros han hablado de la rabia y todo tipo de enfermedades pulmonares. Luego te viene un upirólogo y te lo puede desmontar».