Un Barrio Húmedo sensual

La novela leonesa del trimestre llega desde Cataluña. El título no engaña. Noche de Barrio Húmedo (Caligrama Editorial) merece tal consideración o la pregunta de cómo no estaba ya hecha. Lo que ocurre es que su autor no proviene de ninguna de las olas generacionales de escritores que habitan la provincia. Luis Ezquerra Escudero, aragonés de Caspe, catalán de adopción, abogado, sindicalista y muchas cosas más, es el culpable. Ezquerra abundó en su pasado en León como ex alumno del Colegio de Huérfanos Ferroviarios, pero se terminó plantando en un futuro imaginario basado en un territorio real: León. O el León de muchas generaciones de adolescentes que vivieron de esa forma esta ciudad, y en donde ellos mismos se tuvieron que construir su vínculo sentimental para que alguien les quisiera. Ellos, a cambio, se ve que desarrollaron un sentimiento de generosidad y agradecimiento que resume el protagonista: «La impronta que dejó León a todos los que yo conocí es una huella imborrable», afirma.

Y se extrae que no eran convidados de piedra, ajenos al devenir, puesto que para Ezquerra, autor también de libros de Derecho, poesía o relatos eróticos, ese pasado le quedó marcado a fuego en forma de un amor a León que a día de hoy reivindica. Él vivió los años finales de los 70, de la muerte de Franco en lo nacional, y a recorrer, aunque más por fuera que por dentro, locales recordados como el Toisón, La Mazmorra, etc. Sobre toda esa base argumental, Ezquerra despliega Noche de Barrio Húmedo . Y a partir de ahí crea un presente que se basa en su pasado, pero que adapta a otras edades (él estuvo en León estudiando BUP) para crear un relato en el que el Húmedo es el escenario de una peripecia vital y pasional, y muy sensual, a partir de un reencuentro de excompañeros de Instituto.

Luis Ezquerra explica sobre este libro que «no es un ejercicio de profundización. Me interesaba contar las sensaciones de la vida en la calle, lo que corre por las calles. Con el Barrio Húmedo tenía el lugar perfecto, porque me parece el sitio ideal. Para mi León no es el colegio, es el Húmedo. El lugar para la alegría y para la tristeza», confiesa.

A partir de ahí surgen esos personajes con los que Ezquerra atraviesa la historia. Ese Héctor y esa Perséfone en donde se juega toda un relato de amor y de vida, de cuestiones y de encrucijadas.

Sobre el propio estilo de la novela, el autor defiende que hay una forma que puede ser considerada forzada pero que a él le sirve para reivindicar el valor intelectual de los jóvenes. «Sí, hay quien pueda preguntarse: ¿Pero desde cuándo los jóvenes hablan así? Y yo pienso que en ellos hay unos valores existenciales que merecen mucho la pena. Yo en grupos de poesía he comprobado ese valor existencial de la juventud. Y dicen y escriben textos valiosísimos», relata, y por lo tanto reivindica la tan cuestionada, más en estos tiempos, generación de los jóvenes.

De esta forma, León como sentimiento es el personaje constante de la novela. La plaza de San Martín, la calle Matasiete, la plaza Mayor, la plaza del Grano, el cementerio de León, la Catedral... Ezquerra lo recorre todo para encontrar el hilo de la sensualidad y el escarceo.

Tal vez ese León que inventa le quedó como cuenta pendiente de sueños que él intuía cuando el estricto horario del colegio le permitía patearse toda la ciudad.