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El leonés López Blanco estrena hoy un concierto en Oviedo

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - LEÓN.
León

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Hoy, a las 20 horas, tendrá lugar en el Teatro Campoamor de Oviedo un concierto de la Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo, dirigida por Fernando Agüeria, en el que se interpretarán dos obras sinfónicas del compositor leonés Fernando López Blanco: La Suite para Orquesta Op. 10 y el Concierto Para Piano y Orquesta Op. 12 Heliconio, que será estrenado por la pianista, también leonesa, Raquel Del Val Serrano. El mismo concierto podrá escucharse de nuevo en el Auditorio leonés el 7 de julio dentro del Festival de Música Española. La Suite para Orquesta Op. 10 fue compuesta durante el verano del 2000 y estrenada en el Festival Internacional de Música Española el año pasado por la Orquesta Ciudad de León. Se presenta como un políptico de cinco piezas dispuestas estratégicamente con intenciones de contraste entre ellas. Tras una Overtura (intencionadamente con «uve») que pretende introducir un compendio de los distintos ambientes que luego se desarrollarán a través de los diferentes movimientos, aparece Introspección, el cual trata de recrear un conflicto entre un tema intensamente íntimo y otro fuertemente violento. Capricho es de inspiración folclórica, con ingredientes fantásticos y desbordante carácter alegre. Noema muestra un aspecto de gran densidad, evocando cierta angustia vital. El Finale se desarrolla en forma bitemática, siendo el segundo tema de corte modal y sabor arcaico expuesto en forma reiterada y creciente, para acabar en una batalla tras la cual apenas se puede escuchar un último aliento a modo de suspiro sobrecogedor. El Concierto para Piano y Orquesta Heliconio fue terminado en Junio del 2001. Su título evoca el monte Helicon o Heliconio, donde habitaban las musas de la mitología griega, tres de las cuales dan nombre a los tres movimientos en los que se articula la obra. Este concierto muestra una marcada intención de búsqueda y exploración de sonoridades a través de lenguajes diferentes. Se trata de una construcción densa, de gran formato, tanto en su extensión como en la plantilla orquestal, y presenta al piano como un solista cargado de personalidad y sugerencia, aunque sin el carácter de pretencioso virtuosismo que caracteriza al concepto romántico de la forma concierto. El piano solista pretende integrarse con total sutileza en el conjunto sinfónico, sin llegar a formar parte de la orquesta. La obra evoca ambientes muy diferentes: algunos muy densos (primer movimiento) que contrastan con otros etéreos (segundo movimiento). Otros exploran la cualidad percusiva y exótica del piano (tercer movimiento).