Arquitectura, color y poesía

La arquitectura ha tenido desde siempre una importancia capital en la obra del pintor abulense Luis Acosta, (Mijares 1952) cuyas obras podemos contemplar estos días en la sala «Lucio Muñoz», de la Delegación Territorial de Junta, dentro del ciclo de exposiciones itinerantes que organiza la entidad autonómica. La muestra titulada Arquitectura de ausencias, presenta los trabajos del artista de los años 1998, 1999, 2000 y 2001. Luis Acosta conjuga en sus cuadros la rígida geometría arquitectónica con un enérgico gestualismo que rompe con fortuna la férrea disciplina de lineas rectas que marcan el tiempo pictórico del artista. Los motivos geométricos presentes en los lienzos de Acosta han traspasado el plano del lienzo para lanzarse a respirar en un viaje al espacio, para pasar a desenvolverse en tres dimensiones, una acción escultórica que en ningún momento hace perder a la obra su orientación netamente pictórica. Luis Acosta presenta en León una pintura homogénea en la línea de las últimas tendencias, con una parte netamente pictórica y la otra formada por un conjunto armónico de cuadros y obras tridimensionales. «En la primera parte del espacio expositivo -nos explica- muestro mis cuadros de gran formato y al fondo, como colofón, una instalación, todo ello arropado por pinturas de formatos más pequeños. «Gracias a las dimensiones de la sala me ha sido posible exhibir prácticamente todas las obras que he seleccionado para esta exposición, cosa que no ha sucedido en otras capitales». Yo -nos cuenta- soy por encima de todo pintor, mis obras en tres dimensiones son, simplemente, un trabajo escultórico complementario que participa del espacio donde se ofrece la muestra». Arquitectura y geometría La arquitectura, la geometría es protagonista importante en las obras de Luis Acosta. «Es -asegura- la parte racional de mi trabajo, luego hay otro elemento importante que es el natural, simbolizado a través de una pintura gestual, con elementos circulares más aleatorios y con otro tipo de sutilezas». Uno de los matices que sorprende en esta muestra es la armonía que existe en la paleta de Acosta, blancos, grises y ocres, con aportaciones individuales de fuertes azules, ofrecen al espectador una agradable sensación luminosa que a pesar del ejercicio, muchas veces absolutamente matemático que nos presenta el artista abulense, la dotan de una indudable calidez. En el trabajo del artista se mezclan las referencias urbanas de la arquitectura con un claro exponente que tiene su origen en la naturaleza. «La premisa -nos cuenta- la tenemos en Paul Cezanne, que asociaba plenamente la naturaleza con la geometría. Esta exposición es el colofón, el remate de una serie que he llamado Arquitectura de Ausencias y que está ligada a una poética oriental que tiene mucho que ver con el Zen y el Taoísmo. Mis trabajos han seguido siempre unas pautas muy marcadas, unas líneas muy claras, unas veces ha oscilado hacia la vertiente lírica y otras a una más racional. En mis últimos cuadros el elemento gestual, el elemento orgánico, está tomando mayor relevancia, mientras que la arquitectura, sin dejar de ser visible pasa a un segundo plano».